Debería ser motivo de alegría para los aficionados el final de campeonato que estamos disfrutando, más allá de los favoritismos de cada uno por uno u otro piloto. El circuito de Suzuka volvió a acoger el GP de Japón y lo hizo a lo grande, como corresponde a su historia. Es cierto que las tres posiciones del podio quedaron determinadas tras el coche de seguridad en las primeras vueltas, pero en el resto del pelotón, luchando por puntos o sólo por posición, la batalla fue cruenta y nos dejó un buen puñado de adelantamientos e incidentes de carrera.
Se hacía raro ver a los tres pilotos del podio tan felices, algo que no ha ocurrido muchas veces esta temporada. Vettel mostraba su ya característico dedo índice tras haber reencontrado la senda de la victoria; Webber estaba exultante, sabedor de que había aumentado la diferencia de puntos respecto a sus perseguidores en el Mundial y ya le quedaba una carrera menos para el final; y Alonso había toreado con éxito en un circuito muy difícil para su Ferrari y se sabía aún en la carrera por el título. Seguramente las caras de los pilotos de McLaren reflejaban una realidad muy distinta, la de los que saben que han dejado escapar una oportunidad y ven el título un poco más lejos que los demás.
Dejaremos para un tercer artículo, que saldrá publicado en el fin de semana, la valoración de las maniobras que pudimos ver en la salida del GP de Japón que terminaron con 4 pilotos fuera de carrera, y algún que otro despiste de Vettel que pudo haberle costado caro. Hoy daremos por válidas las decisiones de los Jueces de Carrera y nos centraremos en analizar el pilotaje de cada uno de los 24 auténticos protagonistas del GP de Japón.