Llegamos al análisis de la actuación de los pilotos en el GP de Corea, y hay que comenzar diciendo que una carrera sobre agua no es el mejor testigo de la valía de cada uno; el agua convierte en irreparables y definitivos errores que no pasarían de despistes sobre seco, y premia la conducción conservadora sobre la agresiva. Por supuesto, hay algunos pilotos, los mejores, que son capaces de conducir adaptando su estilo al suelo que pisan (Vettel, Alonso, Hamilton), otros han sacado oro simplemente esperando que sus rivales fueran abandonando por delante suyo (Heidfeld y Kobayashi), unos pocos se han encontrado en su medio natural para lucirse (Schumacher y Liuzzi) y la mayoría han naufragado en un medio hostil para las carreras (mención especial para Sutil). Pero es difícil sacar conclusiones a futuro de una carrera como la de Corea por las condiciones especialmente deslizantes de su asfalto, las carreras sobre mojado son, hasta cierto punto, una lotería para los pilotos.
Hay que tener en cuenta, por si la lluvia no fuera en sí misma suficiente problema, que sólo llovió en pista una vez terminada la sesión de calificación; es decir, que los equipos tuvieron que reglar sus monoplazas a ciegas para la carrera, convirtiendo en casi inútil el trabajo del viernes. Así vimos coches rapidísimos en los entrenamientos (McLaren y Renault) moverse erráticamente en carrera, mientras otros (Mercedes y Force India) se movieron en posiciones de carrera poco habituales para ellos. Y aquí poco puede hacer el piloto, pues no ha podido "sentir" el coche sobre agua antes de la carrera y debe coger lo que sus ingenieros le dan en base a cálculos teóricos. Por tanto, las valoraciones de hoy hay que entenderlas en el contexto de una carrera sobre agua, y no son proyactables a lo que sería una carrera ordinaria en seco.