María de Villota ha revelado que recuerda absolutamente todo de lo que ocurrió durante el accidente que tuvo en el aeródromo de Duxford, en el que perdió el ojo derecho y a punto estuvo de perder la vida. La piloto española estaba realizando un test aerodinámico con el equipo Marussia, previo al GP de Gran Bretaña, cuando su coche colisionó con la rampa de un camión estacionado. El accidente le acusó heridas graves y De Villota pasó un mes en el hospital antes de encontrarse lo suficientemente bien como para volver a casa. A pesar de que estuvo inconsciente durante algún tiempo, la madrileña ha admitido que recordaba todo lo que había sucedido.
A parte de haber perdido el ojo derecho, la piloto ha revelado que sigue sufriendo dolores de cabeza constantes y que ha perdido también el sentido del olfato y del gusto: "Lo recuerdo todo, incluso el momento del impacto. Cuando me levanté, todo el mundo estaba a mi alrededor y ellos ni siquiera sabían si podría hablar o cómo iba a hablar. Empecé a hablar en inglés porqué pensaba que estaba en un reconocimiento de la FIA y que la enfermera era una entrenadora. Luego mi padre me dijo 'Por favor, María, habla en español, porque tu madre no se entera de las cosas', y entonces me di cuenta de todo: de lo que pasó, de dónde estaba y porqué".
Un ejemplo de superación
De Villota también comentó en la revista ¡HOLA!, publicación donde se le realizó la entrevista completa, que las heridas le han ayudado a darse cuenta del valor de las cosas más allá del automovilismo: "El accidente me ha dado una nueva perspectiva de la vida, sobre las cosas que importan. Me ha enseñado que, para conseguir lo que quieres, tienes que educarte con el sacrificio a través del esfuerzo. Ahora solamente tengo un ojo y percibo, quizás, más cosas que antes. Antes de esto, mi vida era una carrera contra reloj, y ahora veo que hay que parar y medir las cosas de forma diferente".
Además, la piloto madrileña ha comentado que la primera vez que se vio en el espejo, se asustó, pero ahora sabe que lo peor ya ha pasado: "Al principio, cubrían cualquier superficie para que yo no me viera reflejada. La primera vez que me miré en el espejo, tenía 104 puntos en la cara, que parecían cosidos con cuerda náutica, y había perdido el ojo derecho. Me quedé aterrada. Ahora aún me quedan algunas operaciones pendientes, pero lo peor ya lo he pasado. Tengo dolores de cabeza que no sé hasta cuándo durarán, quizás años. Y he de controlar mucho los esfuerzos por la presión del cráneo. También he perdido el olfato y el gusto que esté relacionado con el olfato. Ahora me gustan las cosas que saben muy fuerte".