Después de una temporada 2011 en la que tan sólo se bajó del podio en dos ocasiones, Sebastian Vettel se tuvo que poner el traje de faena en el año en el que conseguiría su tercer campeonato del mundo. Desde este domingo, sólo Juan Manuel Fangio, Alain Prost y Michael Schumacher pueden mirar por encima del hombro a este chaval de 25 años, amante de la comedia británica, que ha hecho resonar su nombre por todos los rincones del planeta tan sólo cinco años después de llegar a la Fórmula 1.
A pesar del dulce final, 2012 no ha sido fácil para Sebastian, quien vió como su entrenador personal Tommi Parmakoski se marchaba a entrenar un equipo femenino de hockey tan sólo unos meses antes de subirse al RB8 en Jerez donde comprobó que 'Abbey' iba a ser una compañera de viaje menos amigable que la vieja 'Kinky Kylie'. "En los dos últimos años tuvimos dos grandes novedades: el doble difusor y el sistema en torno al difusor soplado. Ahora no tenemos eso y por tanto creo que será difícil marcar la diferencia", reconocía el alemán en pretemporada.
"No tenemos el coche más fácil de conducir"
Las sensaciones se confirmaron cuando los semáforos se apagaron por primera vez en Australia: Vettel tan sólo pudo ser sexto en clasificación tras tener que pelearse más con su monoplaza en una vuelta en Albert Park que en toda la temporada 2011. A pesar de que el coche demostró ser mejor en carrera (2º), la semana siguiente, Sebastian repitió tercera fila en la parrilla de Sepang. "Sufría para encontrar el equilibrio, creo que se puede ver que no tenemos el coche más fácil de conducir, somos conscientes de ello y estamos trabajando muy duro," lamentaba Vettel tras la clasificación.
Esa misma carrera en Malasia trajo la primera polémica del alemán, que terminó tocándose con Narain Karthikeyan cuando remontaba posiciones. Para colmo, Vettel, que insultó al piloto indio mostrándose incapaz de asumir su error, hizo caso omiso a las instrucciones de su equipo de retirar su monoplaza desde la pizarra de boxes, lo que le costó un toque de atención por parte de los comisarios. Con este panorama y un coche que ya no se ajustaba a su estilo de conducción, Vettel insistió en volver a la configuración de escapes de pretemporada sobre la que se sentía más cómodo para el Gran Premio de China.
Aquella decisión se tradujo en la primera ocasión en la que Vettel no conseguía entrar entre los diez primeros en parrilla en sus tres años con Red Bull. El alemán remontó desde la undécima a la quinta posición en carrera, un mal menor conociendo las circunstancias. "Sabemos que tenemos un par de puntos débiles. Uno es la velocidad en rectas y el otro es que el coche no está yendo como queríamos que fuera," resumía el alemán. De cara a Baréin, la primera carrera europea de la temporada, el equipo utilizaría la nueva configuración de escapes y Vettel tendría cómo adaptarse.
¡Y vaya que se adaptó! El calor del desierto y una sensación sesión de clasificación le colocaron en la pole desde donde Vettel pudo hacerse con la victoria con una notable lección de pilotaje defensivo frente a Kimi Räikkönen sosteniendo al piloto de Lotus hasta que sus neumáticos, más frescos que los del joven de Red Bull, perdieron el punto óptimo. Seb se ponía al frente del campeonato pero las sensaciones, como iban a confirmar las cuatro siguientes carreras en las que ni siquiera logró subir al podio, no eran las mismas que en 2011.
Sexto en España, cuarto en Mónaco donde su compañero de equipo logró subir a lo más alto del podio y de nuevo, en esa posición en Canadá, donde por fin logró colocarse en cabeza en clasificación pero tuvo que ceder posiciones por la degradación de neumáticos en carrera. "Después de Baréin esperaba un resultado similar en las siguientes carreras pero parece que no somos tan competitivos. Los neumáticos son extremadamente complicados de entender," reconocía Sebastian.
La victoria se esfuma en Valencia
Desde la pole, como en Baréin y en Montreal, todo es más fácil. O no, como la fiabilidad le demostró al alemán en Valencia. A las veinte vueltas, Seb tenía veinte segundos de margen sobre el segundo, pero el calor español se tradujo en una desagradable sorpresa: cuando se relanzaba la carrera tras un periodo de Safety Car, el alemán volvía a escaparse... hasta que su motor se paró. A pesar de haber salido desde la pole en dos carreras consecutivas, Vettel se tenía que conformar con ver de lejos a Fernando Alonso en el campeonato.
El español amplió su distancia en Gran Bretaña donde Vettel fue tercero tras sufrir un fallo con el KERS en la salida que, unido a su discreto cuarto puesto en clasificación, le hizo tener que pelearse con Michael Schumacher en las primeras vueltas. En Alemania, dos semanas más tarde, Vettel se encontraría en lucha directa con Alonso aunque sería su pelea con Jenson Button a final de carrera la que marcaría su resultado. A dos vueltas del final, cuando el inglés se encontraba con problemas de neumáticos, Vettel consigue pasarlo por fuera de la pista sin devolverle la posición. Este incidente le costó perder veinte segundos por sanción: de 2º a 5º.
Sin tiempo para pensar en esos cinco u ocho puntos perdidos y con apenas unos días de margen, Red Bull tuvo que cambiar sus mapas motor para correr en Hungría lo que lastró el rendimiento de Vettel en calificación, donde terminó tercero. En busca de esa victoria que jamás ha conseguido en un mes de julio, el alemán realizó una salida arriesgada que no fructificó lastrándole a tener que pasar media carrera detrás de Romain Grosjean, lo que le dejó fuera del podio dada la imposibilidad de adelantar en pista en Hungaroring.
El parón de verano llegaba y a pesar de que había mucha diferencia entre el 'Abbey' inconsistente de aquel primer día en Jerez y el notable monoplaza visto en las últimas carreras, la realidad es que McLaren seguía siendo referencia y Ferrari había logrado tener "el coche más consistente" según las propias palabras de Vettel tras el triunfo de Fernando Alonso en Alemania. Las últimas carreras europeas, Bélgica e Italia, iban a ser clave para las opciones del alemán en el campeonato del mundo de pilotos.
Las cosas no iban a comenzar bien en Spa ya que Vettel, incapaz de conseguir el reglaje perfecto para una vuelta, se conformó con la 11º posición en clasificación pero, como otras tantas veces durante esta temporada, el domingo poco tuvo que ver con el sábado.La salida, que eliminó a sus principales rivales de la carrera, no fue positiva para el de Red Bull, que se vio en la 12ª posición en el relanzamiento de la carrera. No duraría mucho en esa posición: en doce vueltas pasó a Massa, Webber, Senna y Schumacher. La estrategia y otro par de buenos movimientos se tradujeron en una soberbia segunda posición en meta. Siete días más tarde, Monza, donde Vettel venció con solvencia en 2011, se iba a antojar como un circuito muy distinto para Red Bull.
Y así lo fue: 6º en parrilla, muy por delante de Mark Webber, incapaz de colarse en la Q3, el de Heppenheim consiguió avanzar a la cuarta posición en las primeras vueltas con su gran rival en el campeonato, Fernando Alonso, pegado a su alerón trasero. Tras cambiar neumáticos, el ritmo del F2012 era claramente mejor que el del RB8 por lo que Alonso se lanzó al ataque en la Curva Grande, donde el asturiano vio como el alemán le cerraba la puerta sacándolo de la pista. Drive through para Vettel, que volvería a pista 9º y rodaba en sexta posición cuando su motor volvió a fallar. ¿La razón? El dichoso alternador, que le dejaba a 39 puntos de Fernando Alonso. Todo un mundo.
205 vueltas consecutivas en cabeza
La siguiente parada del campeonato fue en Singapur, donde Vettel lideró buena parte de los entrenamientos libres pero no encontró agarre en la última fase de la clasificación. Desde el segundo puesto, el alemán heredó la victoria por los problemas mecánicos de Lewis Hamilton consiguiendo la que entonces era sólo su segunda victoria del año. Tras pasar por el peculiar circuito asiático, la Fórmula 1 viajó a un circuito clásico: Suzuka, donde Red Bull mostraría el espectacular nivel que ha mostrado en el final de temporada.
Las mejoras del RB8 en el rapídisimo Suzuka fueron un balón de oxígeno para Sebastian Vettel. El coche era cómodo de conducir y su rendimiento a una vuelta, gracias a la entrada del DRS-Duct fue suficiente como para que Vettel se hiciera con la pole y ganara de punta a punta en Japón, donde el abandono de Fernando Alonso le metió en la lucha por el título, certificada en Corea, donde el alemán volvió a ganar, esta vez superando a su compañero de equipo en la salida.
Siete días más tarde en India, la historia se repetía: Vettel ganaba de principio a fin en India y se colocaba 13 puntos por delante de Alonso. Desde el abandono de Hamilton en Singapur, el alemán lograba empalman 205 vueltas liderando la carrera, la quinta racha más larga de la historia mientras que Red Bull lograba tres dobletes en clasificación consecutivos. Algo que nadie hacía desde la temporada 2007. ¿Qué podía parar a Sebastian Vettel en las tres carreras que quedaban?
Y la respuesta, como en Valencia y Monza, fue un problema de fiabilidad. Tras conseguir la tercera posición en la sesión de clasificación del Gran Premio de Abu Dabi, Vettel se quedó tirado en la pista sin el combustible necesario, lo que le mandó a la cola de parrilla. De cara al domingo, Red Bull decidió salir desde el pitlane para poder reglar el monoplaza para adelantar en carrera, algo que favoreció la remontada de Sebastian Vettel hacia el podio. Una auténtica exhibición en el momento en el que su calidad estaba empezando a ponerse en cuestión en ciertos sectores por el gran rendimiento de su monoplaza.
Dos carreras consecutivas echarían el cierre a la temporada: Estados Unidos y Brasil. En el nuevo circuito texano, Vettel dominó el fin de semana pero la velocidad del McLaren de Lewis Hamilton le relegó a la segunda posición, suficiente para llegar a Interlagos con una renta importante sobre Fernando Alonso.
El fin de semana se presentaba tenso, por la presión y por la previsión meteorológica. Dos toques en la primera vuelta de Interlagos, un fallo en boxes y una mala estrategia de paradas ponían emoción a la carrera y daba esperanzas a Fernando Alonso. Mucha tensión y nervios acumulados durante las 71 vueltas que cerraban el Mundial, pero el final ha sido dulce para el alemán, que puede acostarse esta noche de domingo como triple Campeón del Mundo.