La parrilla de 2012 está llena de grandes talentos y dos de ellos han llamado la atención del 'paddock' con sus destellos de clase, aunque sin disipar todas las dudas. Sergio Pérez debutará en 2013 con McLaren y Pastor Maldonado liderará Williams por tercer año consecutivo, por lo que resulta obligado repasar su temporada en la Fórmula 1.
Durmiendo con el enemigo
Sergio Pérez fue la gran apuesta de Ferrari desde que, en 2010, pasara a formar parte de la Ferrari Drivers Academy. Su relación con la Scuderia fue relativa, pero sólida, hasta hace algunos meses. El mexicano fue, durante un tiempo, el candidato número uno a sustituir a Felipe Massa, pero cuando llegó el momento de la verdad, la situación se enturbió y ésta dio como resultado el fichaje de Sergio por el equipo rival de toda la vida: McLaren.
La trayectoria de 'Checo' Pérez desde que debutara en Fórmula 1 gracias a Sauber, ha sido ascendente. 2012 ha sido para él una excelente oportunidad de demostrar de lo que es capaz gracias a un monoplaza competitivo, aunque con sus limitaciones. El C31 inició la temporada ofreciendo un nivel de eficiencia aerodinámica muy notable, pero con una ya clásica tendencia a mimar los neumáticos en exceso, algo que tenía dos caras.
La negativa fue que, tanto Pérez como Kobayashi, han tenido problemas para ser competitivos en clasificación en muchos Grandes Premios, viéndose obligados a iniciar los Grandes Premios desde posiciones en las que explotar el potencial del coche resultaba más complicado. Por otro lado, esa misma circunstancia nos ha desvelado en Sergio una especial sensibilidad para el cuidado de los neumáticos y para conseguir buenos resultados con estrategias de una sola parada y relevos muy largos.
Pero no es lo único que el mexicano nos ha mostrado, haciendo gala de una velocidad y consistencia notables a lo largo de un Gran Premio. Poco dado a los errores bajo presión, ha conseguido números nada desdeñables en su segunda temporada, alcanzando la décima plaza final del campeonato de pilotos con 66 puntos, sumando en siete carreras y alcanzando el podio en tres ocasiones (Malasia, Canadá e Italia), así como una vuelta rápida y un total de 12 vueltas en cabeza de un Gran Premio.
Sin embargo, no todo han sido buenos momentos para Pérez, que ha vivido ambas caras de la moneda ante la opinión pública. Elevado a los altares en el inicio de la temporada, su prestigio ha bajado muchos enteros tras la confirmación de su fichaje por McLaren, momento tras el cual no volvió a puntuar (un total de seis carreras). Inmerso en algunos accidentes y cometiendo errores propios -algo poco habitual en él- Sergio finalizó la temporada siendo el 22º piloto del ranking de kilómetros completados en carrera, un bagaje pobre para un piloto que quiere destacar en una F1 en la que cuenta tanto la regularidad.
A pesar de todo, Sergio ha demostrado tener talento y capacidad para afrontar el reto de un equipo como McLaren, ya que ha certificado su velocidad y capacidad para aprovechar las oportunidades que se le presentan sin cometer errores. Tendrá que seguir evolucionando, afrontar la presión añadida de la obligación de obtener resultados y mejorar en clasificación, pero su última fase de la temporada no debe hacernos olvidar que estamos ante uno de los grandes talentos de la parrilla actual.
Sin término medio
Pastor Maldonado destacó desde muy pronto en las categorías inferiores y, en todas ellas, dio buena muestra de su enorme velocidad. Pero, de igual modo, evidenció una preocupante tendencia a alternar grandes resultados con sonados abandonos, bien por errores de pilotaje o por accidentes.
En su primera temporada en la Fórmula 1, Pastor pareció haber madurado mucho en ese sentido, pero 2012 ha sido como volver a las viejas costumbres. Con un monoplaza mucho más competitivo, Maldonado ha vuelto a revivir esa ambición por ganar y, como consecuencia de ello, un exceso de ímpetu al volante.
Su momento álgido de la temporada fue el Gran Premio de España, en el que dio toda una lección de pilotaje en un circuito que se adaptaba muy bien al Williams. Desde el viernes, Pastor demostró que ese fin de semana sería suyo y no cometió ni un solo error para batir a Fernando Alonso delante de su afición tras ejecutar con maestría la estrategia diseñada por su ingeniero de pista: Xevi Pujolar.
Ese fin de semana supuso la primera victoria de Williams desde 2004 y la primera de Pastor en la Fórmula 1. Para muchos, sería un punto de inflexión tras el cual veríamos a un nuevo Maldonado, tan rápido como siempre pero mucho más fiable. Pero la realidad ha sido bien distinta y, después de aquello, el venezolano estuvo nueve carreras sin puntuar con un monoplaza que, sin duda, merecía hacerlo en la mayor parte de ellas. Los incidentes y errores se sucedieron, terminando la temporada con sólo 45 puntos y un discreto decimoquinto puesto en la clasificación general de constructores.
Mientras su compañero Bruno Senna sumó puntos en diez Grandes Premios, Pastor lo hizo sólo en cinco, aunque eso no le impidió aventajar al brasileño en 14 puntos. Con la victoria, la 'pole' tras la descalificación de Hamilton y las 37 vueltas en cabeza del GP de España en un lado de la balanza, el venezolano equilibró la misma con nada menos que nueve sanciones por distintas causas. Las reprimendas en China, Gran Bretaña y Brasil, las penalizaciones por pilotaje en Bélgica (2), Italia y Mónaco, junto con las sanciones por caja de cambios en Canadá y Mónaco, supusieron un lastre insalvable para el piloto de Maracay.
Obviamente no todos los problemas de la temporada se deben achacar al piloto, pues ha habido fallos mecánicos, errores de estrategia y un monoplaza competitivo, pero que no siempre se ha adaptado a los circuitos adecuadamente. Que Pastor tiene talento para brillar en la Fórmula 1 pocos lo dudan. Pero éste debe ir acompañado de consistencia y concentración en igual medida. ¿Podrá el venezolano aunar todo ello durante toda una temporada y no sólo en determinadas ocasiones? Los antecedentes plantean muchas dudas.