El recuerdo de la historia de la Fórmula 1 calmó el hambre de Sebastian Vettel en el Gran Premio de Canadá. Después de la polémica conversación por radio que el alemán tuvo con su ingeniero de pista Guillaume Roquelin en Mónaco por apretar en busca de la vuelta rápida en las últimas vueltas, la situación se reprodujo en Montreal donde el tres veces campeón del mundo lideraba la carrera con solvencia y comenzaba a marcar mejores tiempos en los sectores.
"Algunas cosas no nos sorprenden como el tema de la vuelta rápida," dijo Christian Horner. "Está claro que irá a por ella. Le dije a Rocky 'manténle bajo control'. Así que cuando marcó un primer sector morado, le dijo 'Mónaco 88. Senna' a Sebastian y yo pensé 'Puede funcionar'. Sebastian contestó por la radio y dijo 'De acuerdo, de acuerdo, sólo estoy bromeando'. Marcó otro sector morado y dejó de apretar".
Un despiste mítico
Después de anotarse una de las poles más estratosféricas de la historia por encima de Alain Prost, Senna lideraba la carrera en Montecarlo con más de 50 segundos de ventaja pero la guerra psicológica entre ambos estaba mucho más cercana. Ambos mejoraban sus tiempos hasta que el brasileño se estrellaba en la curva anterior a la entrada del túnel dejando la victoria en manos del francés.
"El accidente me dio mucho que pensar, me hice muchas preguntas. Aquello no fue sólo un error de pilotaje. Era el resultado de una lucha interna que me paralizaba y me convertía en invulnerable. Tenía un camino hacia Dios y otro hacia el diablo. El accidente sólo fue una señal de que Dios estaba allí esperándome para darme la mano. Mi familia y yo salimos confortados gracias a aquel accidente, y yo aumentada mi fe y mi energía espiritual," espetó Senna tras el incidente.