Stefano Domenicali, jefe del equipo Ferrari, es un hombre que ha crecido y vivido entre los ruidos de los motores del automovilismo. Nacido en Imola el 11 de mayo de 1965, el italiano conoció y se enamoró de la Fórmula 1 con el Gran Premio de San Marino, tal y como ha revelado en declaraciones a la página web oficial del equipo del 'Cavallino Rampante': "Crecí con el ruido de los motores porque el Gran Premio de San Marino era el evento más importante del año, y también la carrera que me hizo enamorarme de la Fórmula 1. Mi historia con Monza comienza en 1995, cuando ya formaba parte de la Scuderia. No fue un comienzo afortunado, porque ese año la carrera estaba realmente maldita para nosotros: dominábamos cuando, primero, la cámara de TV del monoplaza de Alesi se cayó, golpeando la suspensión anterior izquierda del coche de Berger; luego, Jean se vio obligado a abandonar por la rotura de un rodamiento".
Posteriormente, Domenicali se fue a vivir a Monza, que a parte de un trazado espectacular también destaca por contar con uno de los parques públicos más bonitos de Europa. Por ello, el jefe de equipo de Ferrari, acostumbra a pasear con su familia por el 'Parque de Monza': "Ya sea en bicicleta, o andando, el Parque de Monza es un auténtico espectáculo: en los pocos fines de semana que puedo pasar en casa, siempre intento dar una vuelta con mis hijos. En cierto modo es curioso que, un fin de semana al año, el mismo sitio se convierta en mi lugar de trabajo, pero al menos es el único Gran Premio en el que puedo permitirme ir a la pista en bicicleta, ¡y en cinco minutos!".
En cuanto a los buenos momentos vividos en 'La Pista Mágica', Domenicali tiene ocho victorias que recordar desde que está en el muro de Ferrari, de todas ellas al italiano le emocionó especialmente la última que lograron en 2010: "Son muchos los éxitos vividos, pero el que más me llegó al corazón fue el último, la victoria de Fernando en 2010. Fue una carrera muy tensa, ganada gracias a un trabajo en equipo excepcional: piloto, paradas en boxes, estrategia... Todo salió a la perfección aquel día. Por ello, después de la ceremonia oficial en el podio (fue muy emocionante estar allí arriba junto a Fernando y Felipe) nos subimos todos a aquella fantástica plataforma que estaba suspendida por encima del público para poder ver la marea de nuestros aficionados divirtiéndose y disfrutando de la victoria. Son el género de emociones que te hacen amar este deporte y que te dan la fuerza en los momentos más difíciles".
GP de Italia 2001, una carrera muy difícil en el 'paddock'
"Una de esas coincidió con otra edición del Gran Premio de Italia, la de 2001. El martes había sido el ataque a las Torres Gemelas y todo el mundo estaba, obviamente, en shock. Luego, el sábado, llegó el accidente tan grave de Alex Zanardi, un amigo de verdad, en Lausitzring; lo estábamos viendo en directo en la televisión. Había un ambiente muy particular en el paddock aquel fin de semana, con mucha gente profundamente apenada (sobre todo Michael que, durante algunos días, incluso pensó en faltar en la siguiente carrera, la de Indianápolis en Estados Unidos). Queríamos enviar una señal tangible de cercanía con el pueblo americano y corrimos durante todo el fin de semana sin los logos de nuestros patrocinadores y con el morro del F2001 pintado de negro. Para mí, personalmente, fue muy difícil: lo que pasó me hizo pensar en lo necesario que es siempre mantener la perspectiva sobre todo lo que sucede en el microcosmo de la Fórmula 1: afuera hay un mundo muchísimo más grande, algo que no debemos olvidar nunca", añadió el italiano.