MIRADA AL PASADO

GP de Australia: Recordando a Giancarlo Fisichella

De cara al Gran Premio de Australia de este fin de semana, echamos la vista atrás y recordamos las actuaciones de Fisichella en este evento.

Roberto Rodríguez 10 de Marzo 2014 10:58

En su mirada se notaba la tensión, tenía que hacerlo. Era un piloto en franca evolución y acababa de reencontrarse con Flavio Briatore para conducir uno de los mejores coches de la temporada, el Renault R25. Giancarlo Fisichella sabía que esa era la temporada que marcaría su destino, y todo empezaba por el Gran Premio de Australia.

'Fisico' no era un jovenzuelo. Tenía 32 años cuando Renault le dio su gran oportunidad, pero antes había estado nueve temporadas, desde 1996, peleando en mitad de parrilla con coches que, a mayor o menor distancia, nunca habían estado en posición de ser campeones. Pese a debutar en Minardi, dos equipos marcaron su aventura previa en la Fórmula 1: Jordan y Benetton. Con los de los coches amarillos vivió dos épocas tormentosas y dulces a partes iguales. En 1997, primera temporada en Jordan, Fisichella tuvo que pelearse con un compañero novato pero de gran apellido, Ralf Schumacher. El alemán no iba a ser alguien que evitase la confrontación, y eso lo demostró ya desde su tercera carrera, el Gran Premio de Argentina. Allí los dos Jordan rodaban segundo y tercero, con "Fisico" por delante de Ralf, sin embargo el hermanísimo no iba a conformarse con ese excelente resultado para todos y, en una maniobra casi suicida, acabó chocando con su compañero. Las ilusiones de Fisichella volaban por los aires, su primer podio iba a tener que esperar y, para colmo, su verdugo Schumacher sí que había conseguido continuar la carrera y subirse al podio. Finalmente el cajón acabaría llegando en Canadá, e incluso logró ser segundo, por detrás de Michael Schumacher, en Spa, pero a final de temporada Fisichella tuvo que abandonar Jordan, pese a haber superado a su compañero Ralf.

El destino fue Benetton, donde a posteriori se produciría su primer encuentro con alguien que marcó su carrera, Flavio Briatore. Aunque en esta primera etapa en el equipo el coche nunca fue ganador, fueron unos años que sirvieron para afianzar a Fisichella en la Fórmula 1. El italiano ganó en 1998 el trofeo Lorenzo Bandini a mejor piloto joven y demostró ser un gran talento gracias a siete podios en esas cuatro temporadas, aunque por encima de todo esto brilló su especial idilio con el circuito Gilles Villeneuve de Montreal. Allí el romano brillaba, era quien quería ser, un piloto de éxito y triunfador. Segundo en el 98, de nuevo segundo en el 99 y tercero en 2000. Llevaba nueve podios en Fórmula 1 y cuatro de ellos habían sido en Canadá. Aunque si un día fue glorioso para Fisichella ese fue el sábado del Gran Premio de Austria de 1998. Allí el romano logró su primera pole bajo condiciones de lluvia impresionando a todo el paddock, pero la presión le pudo durante la carrera y, tras perder los duelos con Hakkinen y Schumacher acabó chocando contra Jean Alesi y abandonando una carrera en la que más cerca estuvo la lucha por su primera victoria.

La vida es así, cuando menos lo esperas sale el sol. Fisichella había sido obligado a abandonar el paraíso. El proyecto de Benetton y Briatore pasaba por pilotos más jóvenes como Button, Alonso, Webber o Trulli, de modo que Giancarlo quedaba desterrado y obligado a volver a su antigua casa, el equipo Jordan, que pasaba por sus peores momentos, solo capaz de derrotar a la débil Minardi. Sin embargo el destino guardaba una sorpresa genial para Giancarlo Fisichella. Era el Gran Premio de Brasil y el italiano ya había hecho una machada el sábado colocándose en la octava posición de la parrilla, pero el domingo se desató el caos. Un diluvio de proporciones bíblicas azotaba Sao Paulo. Su compañero Firman se llevó por delante a Panis, se estrelló Schumacher, y Montoya, y Button... La enriada curva 3 se estaba tragando la carrera. Mientras tanto Fisichella resistía en pista con la épica del gladiador romano que solo busca con agonía posponer lo inevitable. Se estrelló Webber, y Alonso detrás. Bandera roja y se acabó.

La situación ya era insostenible, estos dos últimos accidentes podían haber resultado fatales para la integridad física de los pilotos. No se podía continuar. En medio del caos nadie sabe nada, Fisichella cree que ha ganado y lo celebra mientras su coche, al límite, comienza a arder en el parque cerrado. Sin embargo la FIA no opina igual, y proclama vencedor a Kimi Raikkonen y a Fisichella segundo, siendo el tercero un Fernando Alonso que iba camino del hospital. Ni Jordan ni 'Fisico' quedaron conformes, ellos estaban convencidos de que eran los ganadores y así se lo hicieron saber a la FIA mediante una reclamación. Y después de mucho revisar... ¡llevaban razón, Fisichella era el ganador de la carrera! Era una forma rara de ganar su primera carrera de Fórmula 1, pero Giancarlo la disfrutó como si de la mayor de las glorias se tratase. Había ganado una carrera con un Jordan y eso le ponía de nuevo, y con más fuerzas que nunca, en el candelero de la Fórmula 1. Fisichella volvía a estar de moda.

Una temporada regular, y un cuarto puesto otra vez en Canadá, con un mediocre Sauber le abrieron las puertas de Renault para 2005, y aquí nos habíamos quedado. Estábamos en Australia y Fisichella tenía un coche ganador y un compañero de equipo considerado como un talento en ciernes. El italiano tenía que hacer valer pronto su experiencia o Alonso se le subiría a las barbas. Aquel fin de semana iba a ser perfecto, el espejismo del que Giancarlo nunca hubiese querido despertar. El sábado en medio del diluvio, otra vez su amiga la lluvia, sus rivales se despeñaron y Fisichella logró la pole holgadamente. El domingo las remontadas de Barrichello y Alonso fueron inútiles, el italiano ganó con autoridad su primera carrera con Renault, liderando todas las vueltas salvo tres, y parecía mostrarse como hombre fuerte de la nueva Fórmula 1.

En sus oídos Flavio Briatore mediante la radio hacía retumbar un célebre "¡Bravo Fisico!" que nunca volvería a sonar tan dulce. Las tres siguientes carreras se contaron por victorias de Alonso y abandonos de Fisichella. Fernando tenía el mundial cogido por la mano y Giancarlo no lograba ir tan rápido como él. ¿Qué estaba pasando? Era la primera vez que el veloz Fisichella no conseguía vencer a su compañero de equipo, y eso no es fácil de asumir. Probablemente fue un castigo psicológico del que nunca pudo escapar. En dos años Alonso ganó dos mundiales y catorce carreras mientras Fisichella apenas obtuvo ocho podios con dos victorias, la segunda de ellas sería en Malasia en 2006. Entre medias su peor pesadilla en la Fórmula 1, el Gran Premio de Japón de 2005. Allí, como en Australia, la lluvia volvía a ponerle arriba, esta vez tercero tras un Toyota y un BAR, mientras los rivales se iban al fondo de la parrilla. La situación era la misma, pero la mente de Fisichella no.

Giancarlo no tardó en ponerse al frente y controlar la carrera, o al menos eso pensaba él. Porque en la última vuelta Kimi Raikkonen se presentó detrás del alerón trasero de su Renault, y junto a él aparecieron todos los fantasmas del italiano. Solo quedaba una vuelta, solo había que cerrar una vez la puerta y la victoria sería suya, pero los demonios se llevaron a 'Fisico'. Raikkonen demostró quien de los dos era un campeón. La poca integridad mental que le quedaba a Fisichella voló por los aires esa mañana de octubre. Tales fueron las secuelas de esta traumática etapa que, con Alonso ya fuera del equipo, el italiano no pudo ser el líder de un equipo Renault ya a la baja en 2007 y se vio superado por el novato Heikki Kovalainen. Ese era el fin. Cuando el hijo prodigo, Fernando Alonso, decidió volver a casa Flavio Briatore se deshizo de nuevo de Fisichella dejándolo sin equipo para 2008. Parecía que su carrera había terminado, pero una vez más el romano iba a resurgir y a cumplir un último sueño.

La situación pintaba mal, pero Fisichella finalmente consiguió hacerse con un asiento para 2008. Fue en el peor equipo de la parrilla, Force India, y arrebatándole la plaza a última hora al piloto español Roldán Rodríguez. Muchos criticaron que la carrera de un piloto joven fuese cortada por un piloto "acabado" que trataba de prolongar la suya. Se equivocaban, Fisichella todavía tenía que relucir una última y genial vez. Fue en Bélgica en 2009. Entonces él no lo sabía, pero iba a ser su última carrera con Force India. Y si cualquiera se lo hubiese dicho antes, probablemente 'Fisico' se hubiese puesto en lo peor, no obstante en 29 carreras con el equipo aún no había logrado puntuar, pero decidió hacerlo en la forma y el timming correctos. Una espectacular pole en Spa, la primera y única de Force India hasta el momento, hizo saltar la banca.

En la carrera Kimi Raikkonen, ayudado de la tecnología KERS con la que contaba su Ferrari y de una polémica salida, logró adelantarlo en las primeras vueltas y relegó a la segunda plaza a un Fisichella que, pese a estar toda la carrera pegado al finés, no pudo adelantarle y acabó a nueve décimas de la victoria, a nueve décimas de una última gloria. Sin embargo su actuación no iba a pasar por alto a nadie. Ferrari, con Massa lesionado y Badoer sin dar la talla, decidió apostar por Giancarlo. 'Fisico' iba a cumplir un último gran sueño. Él sabía que solo era un sustituto, que cuando volviese Massa su carrera en Fórmula 1 iba a terminar, porque había firmado con Ferrari para ser probador en siguientes temporadas. Quizá pudo alargar mucho más su hype tras aquella carrera en Spa, podía haber corrido dos o tres años más viviendo de aquella actuación. Quedaban solo cinco carreras, cinco nada más, y Ferrari ya había dejado de evolucionar un coche decepcionante e inconducible al que iba a ser muy difícil adaptarse, pero si te llama Ferrari, y más si eres italiano, renuncias a todo.

Como era de esperar, nada salió bien. Un noveno puesto en Monza como mejor resultado y ningún punto sumado. No pasaba nada. Fisichella había tenido una larga trayectoria, había estado en grandes equipos, había ganado carreras y, aunque solo fuese por cinco carreras, había corrido en Ferrari. Es un buen bagaje para la carrera de un tipo extraño, un tipo alegre capaz de ir muy rápido en un Fórmula 1 solo si es por diversión. Algunos dirán que fue un talento desaprovechado, él dirá que fue feliz. Giancarlo Fisichella, un genuino piloto de carreras.

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