Las Antípodas acogerán el comienzo del campeonato, como viene haciendo desde 1996 -salvo las excepciones de 2006 y 2010 que creó Bahréin-, y la incertidumbre será el espejo en el que todas las escuderías se mirarán antes de salir a pista. En cada metro recorrido sobre el asfalto cálido de Albert Park, los equipos tendrán los dedos cruzados, rezarán sean cuales sean sus creencias porque esas obras de ingeniería y diseño no perezcan en el intento de arrancar una temporada que puede ser apasionante a la vez que pesadilla para algunos.
Hace algunos años, veintinueve para ser más exactos, Keke Rosberg vencía la primera carrera de Fórmula 1 celebrada en Adelaida. El finlandés pilotaba un Williams-Honda; era un V6 1.5 Turbo. Pero quien tiene el mérito de haber sido el primer piloto de F1 en alzarse con la victoria en el circuito semi urbano, en mitad del parque, con algunas especies autóctonas acercándose, curiosas, a oler el asfalto, no es otro que Damon Hill. Aquel 10 de marzo, el británico montaba también un Williams, pero esta vez era la 'bestia' Renault V10 3.0 denominada 'RS8' quien hizo levantarse de los asientos a los aficionados que acudieron a la puesta de largo del circuito australiano.
Nunca un motor turbopropulsado a disputado una carrera del 'Gran Circo' entre las curvas de media-alta carga aerodinámica del parque Albert. Nunca un V6 ha llevado a un piloto de Fórmula 1 a lo más alto del podio en la ciudad costera de Melbourne. Este año será la primera ocasión en la que los turbos silben rodeados de marmotas, pájaros y demás animales entre los árboles verdes y frondosos del peculiar trazado. Y mientras tanto, el rey sigue siendo Michael Schumacher. El alemán ha sido el único piloto capaz de colgarse los laureles de la gloria australiana en cuatro ocasiones, sólo Jenson Button estaría en disposición de igualarle este próximo fin de semana. En victorias, no en grandeza.
El final de una era en Adelaida
Nueva época, nuevo sonido y todo por contar. Siempre mirando hacia atrás, dada la incógnita que sobrevuela el paddock y aterriza en cada uno de los garajes de los equipos, retrocedemos a la última carrera de la primera etapa turbo, de la antigua y renombrada era Turbo en la que algunos héroes como Senna o Prost se pasearon por las pistas de medio mundo. Era 13 de noviembre, no caía en martes, y la polémica entre los dos astros del momento estaba al rojo vivo. Ron Dennis solicitó formalmente una disculpa al siempre controvertido presidente de la FIA, Jean-Marie Balestre, por insinuar que en McLaren no proporcionaban las mimas 'armas' al brasileño y al francés.
En lo meramente deportivo, 'El Profesor' y Ayrton llegaban con tan sólo tres puntos de ventaja para el brasileño que le valían el título dado el complejo sistema de puntuación de la época y en aquel entonces, la cita australiana cerraba la temporada. En aquella ocasión, no sólo se cerró la temporada 1988, sino que puso punto y final a una era Turbo que daría paso a los motores aspirados de 3.5 litros, ofreciendo la posibilidad de elegir si V8 o V10 a los equipos. Pero sin dejar atrás durante unos momentos el circuito urbano de Adelaida, la pole position caía de manos del astro brasileño por apenas 132 milésimas de segundo frente a su compañero de equipo. Nigel Mansell saldría tercero, a un mundo de los dos McLaren MP4/4 propulsados por el Honda V6 Turbo 1.5 -compartido con el equipo Camel Team Lotus y su amarillo desierto en la carrocería-.
Compleja parrilla la de aquel día, bien distinta de la que se dispondrá en Mebourne este fin de semana, pero en ella había campeones del mundo también y un propulsor dominó la temporada de principio a fin, como podría suceder en este 2014. Sólo el Ferrari de Gerhard Berger consiguió pintar de rojo el casillero en el ansiado GP de Italia de aquel año. McLaren dominó y sus pilotos se jugaron el título hasta el penúltimo evento. Ayrton Senna llegó con el título en el bolsillo, ya que la clasificación final de pilotos se hacía en función de los once mejores resultados -de las 16 pruebas que componían el Mundial- y el brasileño había ganado dos carreras más que su compañero, completando los otros puestos válidos con sendos segundos cajones de podio. No obstante, Ayrton sumaba su 13ª primera posición en parrilla pero la perdía en los primeros metros, con ese punto de relajación que da el tener el trabajo hecho.
Gerhard Berger, el primero del resto de la parrilla, lograba arrebatar el liderato a Alain Prost al llegar a la vuelta 14. Pero el austriaco, en su fervor por cerrar el año con el Ferrari F187/88C en lo más alto, impactaba contra el Ligier de Rene Arnoux al tratar de doblarle y ponía fin a la carrera de ambos. Colofón oscuro para el rojo ardiente de Maranello, que veía cómo Alboreto también había abandonado en la primera vuelta por otro accidente. El paseo del 'Profesor' a partir de ese momento fue poco menos que triunfal y el más de medio minuto endosado a un Senna carente de tensión, fue la última lección magistral que impartió a los mandos de un monoplaza turbopropulsado. La nueva era atmosférica llegaría en enero del 89' con el V10 3.5 de Honda. Otra historia, otro comienzo.
Australia, tierra de paradojas, tierra de motor. Una vez más volverá a cimentar su presencia histórica en al Fórmula 1 con el comienzo de una nueva era Turbo, al igual que fue la encargada de poner el broche de horro a aquellos maravillosos 80' de los propulsores turboalimentados. Ahora le toca el turno a Melbourne de ser protagonista. El silbido del inicio de una época se escuchará por todo el planeta.