Un halo de incertidumbre sigue merodeando sobre el Gran Premio inaugural de Rusia de este año. Hace algún tiempo, el expiloto de F1 y presidente del equipo Mercedes, Niki Lauda, negó los rumores que señalaban que el deporte debería boicotear el evento de Sochi por la reciente crisis que está agitando la región de Crimea. No obstante, el pasado mes se supo que la carrera del joven Sergey Sirotkin, probador del equipo Sauber, estaba en duda después de que su principal patrocinador, SMP Bank, se viera sujeto a sanciones norteamericanas y europeas.
Supuestamente, el gran apoyo de Sirotkin, Boris Rotenberg, tiene buena relación con el presidente ruso, Vladimir Putin, y ha habido otros atletas rusos que se han visto afectados por la congelación de sus cuentas bancarias [las de Rotenberg]. Ahora, un político británico de gran fama ha puesto en duda la viabilidad del Gran Premio de Rusia, programado para el mes de octubre, por la posible amenaza de guerra abierta que se avecina entre Moscú y Ucrania.
Ansiedad en los equipos
Por su parte, sir Richard Ottaway, presidente del Comité selecto de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes, ha indicado en el periódico The Times que la crisis de Crimea ha hecho que la posibilidad de albergar la carrera de F1 sea muy poco realista. "Si se introduce una nueva ronda de sanciones más severas, la F1 vería imposible tener esa carrera debido a las restricciones de flujo de contante [dinero]". Además, el corresponsal del Times, Kevin Eason, también dijo que los equipos de F1 "estarán ansiosos" sobre el GP de Rusia, que parece seguir los pasos de la polémica de Baréin, ya que los patrocinadores líderes "podrían querer alejarse" del comportamiento de Rusia.