Silverstone, 2 de octubre de 1948. Un año atrás, el lugar había sido un aeródromo con un almacén de bombas utilizado durante la contienda de la II Guerra Mundial. El Royal Automobile Club (RAC) había logrado convencer a las altas instancias del gobierno británico -que trataba de reponerse, piedra a piedra, de la larga contienda que arrasó Europa a comienzos de los años 40'- del alquiler de las instalaciones militares cercanas a Northamptonshire.
Esa tarde del 48' ha sido establecida como la fecha de celebración del primer Gran Premio en Silverstone, si bien en aquel momento aquella denominación no era reconocida. Hasta dos años más tarde no comenzaría a gatear el Campeonato de Fórmula 1 pero en la parrilla que tomó parte de la primera carrera celebrada en el aeródromo británico ya había mucho de los valientes que afrontarían el principio del Gran Circo en dicho mismo escenario dos años después.
El trazado, que utilizaba parte de las pistas del aeródromo militar, constaba de 5.9 kilómetros y sólo sería usado en aquella ocasión. A pesar de la precariedad de las protecciones, hechas con pacas de paja, unos 100.000 espectadores acudieron a vivencias en primera persona los hitos de los grandes pilotos del momento. Y no fue otro que 'Gigi' Valloresi quien se llevó el gato al agua en una lucha contra la muerte, tras haberse perdido la clasificación.
La precariedad como protagonista
Sólo tres marcas oficiales se alinearon en el primer Gran Premio celebrado en Silverstone. Maserati, Talbot-Lago y Ferrari se inscribieron con sus vehículos más renovados para la ocasión pero la marca del 'cavallino' decidió en última instancia no comparecer para centrarse en otros eventos cercanos. La presencia de tres de los nuevos Maserati 4CLT/48 era el reclamo más vendido por los organizadores del evento, con Luigi Valloresi, Alberto Ascari -segundo piloto de la marca- y Bob Ansell, como privado, a los mandos.
Otro de los aspectos que nos dan muestra de la precariedad con la que se desarrollaría aquel fin de semana fue el retraso en la llegada de los tres monoplazas nuevos de Maserati, lo que dejó a los tres pilotos que debían pilotar el nuevo modelo sin disputar la clasificación. Así, Louis Chiron se hacía con la primera casilla de salida a bordo del Talbot-Lago T26C, Emmanuel de Graffenried se quedaba a un segundo del piloto monegasco a los mandos del antiguo Maserati 4CL, que sí estaba disponible para competir contra el crono. Tal vez el mayor reconocimiento de aquella sesión clasificatoria lo merece Bob Gerard, que logró meter en cuarta posición su ERA R14B, un monoplaza una década más antiguo que los rivales que le rodeaban. Cuando este tipo de cosas eran posibles.
Los Maserati asustan en el calentamiento
A pesar de tener que salir 24º y 25º en la parrilla, Luigi Valloresi y Alberto Ascari sorprendieron durante el calentamiento previo. El que sería bicampeón de Fórmula 1 años más tarde lograba rebajar en un segundo la pole de Chiron del día anterior y anticipaba el gran rendimiento que posteriormente darían ambos 4CLT/48 en carrera. La peligrosidad del Gran Premio alcanzaba cotas insospechadas en los momentos en los que los coches se cruzaban en sentido contrario en las rectas de aterrizaje y despegue de Silverstone, separados por unos metros de asfalto que lidiaban con la vida y la muerte.
La arrancada hacía que de Graffenried superara a Chiron pero el suizo perdía tres posiciones antes de llegar a la primera curva perjudicado por el rebufo cogido por el monegasco, Parnell y Johnson. Pero los dos pilotos británicos abandonarían en la primera vuelta, Parnell por una fuga de su tanque de gasolina y el de ERA por un fallo en la transmisión. La batalla que se había desatado entre el Maserati de Reg Parnell y el Talbot-Lago de Chiron terminaba antes de lo previsto.
Tal era la superioridad de los nuevos Maserati que Villoresi y Ascari se pegaban a la zaga del monoplaza de Louis Chiron al final de la segunda vuelta, ayudados también por los problemas mecánicos de algunos de los pilotos presentes. Sólo unas curvas les costó dejar atrás el Talbot-Lago número 3 del monegasco y comandar el primer Gran Premio de Silverstone. Gianfranco Comotti sería otro de los héroes de aquellos días que no vería la bandera a cuadros por un fallo en los frenos de su Talbot-Lago.
Pero uno de los momentos que apunto estuvo de teñir de tragedia la alegría de los aficionados que también se jugaban el pellejo tratando de seguir los movimientos a más de 100km/h de los pilotos de la postguerra llegó cuando Geoffrey Ansell perdía el control de su ERA R9B en la vuelta 23 y salía despedido del habitáculo. Milagrosamente, el británico salía ileso y la tensión se relajaba en las inmediaciones del lugar del accidente.
El intercambio en el liderato y los problemas finales de Villoresi
Los dos Maserati, totalmente dominadores, se intercambiaron el liderato de la carrera en varias ocasiones, mientras sus rivales, lejos de poder buscar el fallo de los monoplazas rojos, seguían perdiendo terreno. Louis Chiron comenzó a perder ritmo con su Talbot ya en la vuelta 17 y perdía la tercera plaza en favor del tailandés Bira. Pero el suplicio del piloto del Principado no terminaría ahí. Perdía 45 segundos en boxes en un intento por solucionar los problemas de manejabilidad que presentaba su monoplaza.Tras 37 vueltas, el poleman abandonaba la carrera y Maserati seguía con su paseo triunfal.
A pesar de no estar separados en ningún momento por más que unos segundos, la última visita a boxes para recargar el depósito de combustible hizo que Ascari perdiera la comba necesaria para retar a su compañero de equipo. El de Milán cambiaba también neumáticos y perdía más de un minuto pero no todo estaba vendido en el autódromo de Silverstone.
Villoresi volaba sobre el asfalto británico pero su tacómetro fallaba y se caía del cuadro de mandos del Maserati. El italiano se encontró con que era incapaz de saber a qué velocidad iba en las rectas de aterrizaje del circuito de Northamptonshire. Pero no sólo eso castigó a Luigi Villoresi y su nº18. El pedal del embrague se quedaba inhabilitado por la caída del tacómetro y le impidió, en las últimas vueltas, el uso del mismo. No obstante y a pesar de que Ascari recuperó prácticamente el minuto de diferencia con el que salió de su segunda parada en boxes, Valloresi se apuntaba la primera victoria en Silverstone.
El dominio de Maserati nada tuvo que ver con otros dominios del presente. La frágil mecánica de la época hizo que la épica cobrara volumen y que solo cuatro coches terminaran en la misma vuelta. Victoria teñida de sudor y grasa. Despegue de Silverstone en el aeródromo de la Fórmula 1 de la mando de un italiano de 39 años. Luigi Villoresi y el inicio de una de las citas doradas de la competición.