A veces todos, sean cuales sean tus aptitudes, tus condiciones o tu situación estamos destinados a, al menos, un día de gloria. A eso se debía aferrar Nelsinho Piquet, hijo del tricampeón brasileño, cuando llegaba el Gran Premio de Alemania de 2008, que se disputaría en Hockenheim.
La temporada 2008 estaba siendo la primera de este piloto que parecía llamado a tener una larga progresión en la Fórmula 1. Con la fama de ser el único que pudo contestar a Lewis Hamilton en la GP2, Piquet Jr. llegó a Renault como compañero de Alonso, que venía escamado de McLaren tras una ardua confrontación, precisamente, con Hamilton. Muchos apostaban por Piquet como segundo novato en batir consecutivamente al bicampeón, pero pronto todo se torció. En la primera carrera, Australia, salió solo delante de los lentos Super Aguri y posteriormente una fallo de combustible le dejó fuera. Fue un buen indicio de lo que esperaba. Fallos mecánicos, trompos, accidentes... Después de siete carreras Nelson solo había acabado dos, ambas fuera de los puntos, y había protagonizado alguna acción espeluznante, como meter la marcha atrás entre las curvas 3-4 de Canadá. Entonces llegó, por fin, la hora de demostrar que estaba ahí por algo más que su célebre nombre.
Primeros puntos
Fue en Francia, en la última carrera disputada hasta el momento en el peculiar circuito de Magnycours. Allí Nelsinho no logró pasar a la Q3, pero gracias a algunas sanciones acabó saliendo noveno, su mejor lugar de salida. Alonso era tercero, parecía inalcanzable, pero el primer objetivo de Piquet tenía que ser sumar los primeros puntos. En la salida pasó a Coulthard, ya era octavo, y ahora tenía que guardar esa posición frente a los ataques incesantes del McLaren de Heikki Kovalainen, con un ritmo muy superior. Sin embargo ese era el día del brasileño. Tapando todos los huecos, implacable, Nelson no permitió pasar al piloto finés durante 25 vueltas, llegando a situarse hasta tercero tras las paradas de los demás. Entonces llegaba la suya, y a la vez la de Kovalainen. La tensión en el box era máxima, los chicos de Renault no quería destrozar el buen trabajo de su pupilo, y no lo hicieron, Nelson salía por delante.
Pero unos metros más allá la cara B del brasileño estaba a punto de salir. Piquet Jr. olvidó desconectar el limitador de velocidad al salir del pit. El McLaren le pasaba como un relámpago. El Piquet desconcentrado y poco atento aparecía de nuevo. De todos modos la carrera continuaba, y al estabilizarse de nuevo las posiciones Piquet era octavo, y además el séptimo era un Fernando Alonso en caída libre. Parecía difícil alcanzarle, pero tras un lío del asturiano con los doblados, el vástago Nelson se las arregló para superarle y ocupar la séptima posición final. Eran los primeros puntos, y además una gran victoria sobre Alonso. El que plantaba cara a Hamilton en la GP2 parece que, con algunas carreras de retraso, ya estaba en la Fórmula 1. En Silverstone, siguiente carrera, clasificó séptimo en parrilla, mejor resultado del año y, a la postre, de su vida. Tras un diluvio universal que volvió loca la prueba, Piquet acabó fuera de pista al pisar un charco cuando rodaba cuarto. Mala suerte, pero el progreso del piloto brasileño parecía evidente cuando llegaba el Gran Premio de Alemania, donde nos habíamos quedado...
Podio en Hockenheim
Esta vez la clasificación no fue tan buena, decimoséptimo y eliminado en la Q1. Remontar iba a estar difícil, pero en Renault tenían un as bajo la manga, una estrategia arriesgada, casi suicida, que de salir bien podía hacerte subir de la última a la primera posición, sin medias tintas. A esto daba lugar la extraña y compleja reglamentación del Safety Car de aquella época. La carrera comenzó normal, incluso Piquet perdió una posición en la arrancada. Con las primeras paradas, el brasileño fue subiendo posiciones hasta que llegó la suya propia, era el momento del azar, de que ese 5%, o menos, de posibilidades caigan de parte de un tipo con suerte, y ese día sucedió. Timo Glock se estrellaba en plena recta de meta, en un sitio absolutamente inusual e inimaginable. Nadie hubiese pensado que ahí, precisamente en ese punto, se podía provocar la salida de un Safety Car, pero así fue. Con el pit lane cerrado mientras los operarios retiraba los restos del Toyota, los coches se iban agrupando, y Nelsinho se pegaba a vehículos que tenían que hacer, de forma inminente además, una parada extra. Al retirarse el coche de seguridad Piquet ya rodaba tercero, y al detenerse en boxes Heidfeld y Hamilton la primera posición era para el Renault.
Quedaban trece giros, trece nada más y en la punta de la carrera había un Nelson Piquet, uno distinto al que todos conocían, dispuesto a llevarse la gloria. Por detrás Massa parecía no poder acercarse, pero si Hamilton, que rodaba como un avión. Después de quitarse al Ferrari a diez vueltas de acabar, pronto se lanzó a por el Renault, y en solo tres giros se lo quitó del medio y se abalanzó sobre la victoria. Por detrás, holgado, llegaba Nelson Piquet, segundo, en su día de gloria. Esta vez poco le importaba haber perdido contra Hamilton. En un año muy complicado, horrible, para el equipo Renault era el novato, y no el bicampeón, quien le daba su primer podio. Algunos dirían que era un golpe de suerte, pero lo cierto es que estos ocho puntos situaban al brasileño a solo tres de su compañero, y con la moral por las nubes. En Hungría continuó la euforia. Piquet fue sexto, aunque Alonso cuarto. Ver a Nelsinho en los puntos ya comenzaba a ser habitual, pero entonces llegaron tres carreras sin puntos. Y después, el desastre.
La polémica surge en Singapur
Singapur iba a ser el primer Gran Premio nocturno de la historia de la Fórmula 1. El Renault, al menos en manos de Alonso, parecía tener el mejor ritmo de todo el año, incluso posicionándose como potencial aspirante a la pole. Pero en la Q2 en vehículo del asturiano se averió, relegándole a la decimoquinta posición de salida, una por delante de un Piquet ya eliminado en Q1. Una vez más, como en Alemania, Renault tenía una estrategia preparada, pero en esta ocasión, sabiendo que te toque en dos ocasiones tan cercana un 5% de posibilidades es casi imposible, iban a forzar al azar. Piquet, el beneficiario de la última estrategia, era el encargado esta vez de empotrar su coche en el momento oportuno, es decir, tras la parada de Alonso. Dicho y hecho, en la vuelta catorce el Renault número 6 estaba destrozado contra el muro, con el Renault número 5 recién salido de boxes. A partir de ahí todo fue coser y cantar. Conforme el resto de coches iban parando, Alonso iba subiendo posiciones hasta coger la cabeza y ahí, con un gran ritmo de carrera, se mantuvo hasta el final. Renault había ganado la carrera y, pese a las ligeras sospechas de algunos, nadie se atrevía a decir, ni a insinuar, que aquello había sido algo más que una casualidad. El pastel aún no estaba descubierto.
La temporada se cerró con alguna buena carrera más, en Fuji, donde Renault evidenció definitivamente su mejora, Allí, sin trampa ni cartón, Fernando Alonso volvió a ser el mejor y ganó. Por detrás, sin estrategias rocambolescas ni nada parecido, Nelson Piquet Jr. fue cuarto, acuchando a Raikkonen por el podio, e incluso llegó a liderar la carrera por momentos. En China Nelson también puntuó, octavo, y el año se cerró con una decepción en la carrera de casa, en Interlagos, donde el brasileño sufrió un accidente en la vuelta 1. La temporada se cerraba con 19 puntos, por 61 de Alonso, y un podio por tres, con dos victorias incluidas, del asturiano. No había sido un año fácil, con varios accidentes y acciones peligrosas que le costaron a Piquet mucha pérdida de puntos. Pero pese a todo Renault y Briatore seguían confiando en él como compañero de Alonso de cara a la temporada 2009. Tenía que ser su consagración.
Caída en picado
La nueva temporada se esperaba con ilusión. El amplio cambio de reglamento podía dar lugar a un cambio en la jerarquía del deporte, y de hecho lo dio, pero sin embargo Renault no fue la beneficiaria. La temporada iba a ser un desastre, con uno de los peores coches de la parrilla, el tosco R-29. Fernando Alonso, uno de los pilotos más reputados de la categoría, pasaba apuros tremendos para puntuar, lo que podía dar una idea de la actuación de Piquet. Los trompos y las salidas de pista continuaron, o incluso aumentaron, respecto a 2009. En Australia, después de que durante un Safety Car el equipo sacrificase a Alonso dándole la mejor estrategia a Piquet, el brasileño se salió justo en la primera curva tras el relanzamiento. Estaba desquiciado. En China, bajo la lluvia, también sufrió varios accidentes, como en Mónaco. Trece sudorosos puntos de Alonso después de las nueve primeras carreras por ninguno de Piquet. El brasileño estaba al borde del abismo, y el empujón definitivo lo iba a recibir en Hungría. Allí Alonso logró una pole milagrosa con el R-29 mientras que Piquet se clasificaba decimocuarto. En carrera el asturiano no pudo terminar por un fallo en el pit stop, pero el daño estaba hecho. Al acabar el Gran Premio Nelsinho era despedido del equipo, su lugar pasaría a ocuparlo Romain Grosjean, que también acabaría la temporada sin sumar un solo puntos. Y es que ese coche era realmente malo. Nelson estaba sin equipo, pero aún le quedaba una deuda que cobrar.
Tras quedarse fuera de Renault, los Piquet, padre e hijo, denunciaron la maniobra del equipo Renault en el Gran Premio de Singapur de 2008 para darle la victoria a Fernando Alonso. La FIA, con un año ya pasado de aquellos hechos, entró a juzgar el caso y dictaminó una suspensión de por vida para Flavio Briatore, y una de cinco años para Pat Symonds, que deberían quedarse ese tiempo fuera de la Fórmula 1. Además el equipo fue advertido de expulsión en caso de reincidencia. Eric Boullier se hizo cargo del equipo y, con ese acto, Nelson Piquet probablemente se cerró de por vida las puertas de la Fórmula 1, si no las tenía cerradas ya. Para unos un talento que nunca cuajó, para otros un peligro rodante, e incluso para algunos el peor deportista que jamás haya tenido la Fórmula 1. Lo cierto es que, con sus pocas luces y sus muchas sombras, difícilmente Nelsinho Piquet podía haberse hecho un nombre más grande, aunque por lo malo, en menos carreras. Posiblemente, el peor ejemplo a seguir de la Fórmula 1.