Corrían los años 70 y en Suecia el sueño de la Fórmula 1 comenzaba a construirse poco a poco gracias a Ronnie Peterson y Gunnar Nilsson. Sven Smokey Asberg hizo propio el onírico objetivo nórdico y decidió comprar una notable extensión de tierras pantanosas a 128 kilómetros de Goteborg y a 400 de Estocolmo. Los terrenos, colindantes con una pequeña pista de aterrizaje en la región boscosa central de Suecia, sufrieron una profunda transformación para albergar la mayor parte del que sería bautizado como 'Circuito de Escandinavia' en sus primeros momentos.
Tras su estreno en 1968, tendría que esperar a 1973 para albergar su primer Gran Premio de Fórmula 1. Con 4.018 metros, una pista de aterrizaje y un conjunto de curvas de radios bastante similares, el circuito de Anderstorp -bautizado así tras el primer intento de darle un nombre más internacional con motivo de la cercana población sueca- dispone los boxes de los equipos en una zona distinta a la recta de meta, añadiéndole singularidad al trazado, al sueño escandinavo.
El primer fin de semana
Ronnie Peterson, héroe local, llegaba a la séptima prueba del Mundial de aquella temporada a bordo del Lotus 72E, tras sus tres temporadas iniciales con el modesto March -con el que lograría ser subcampeón en 1971- con sólo cuatro puntos, frente a los 41 de su compañero de equipo, y líder del Campeonato, Emerson Fittipaldi. No obstante, y como no podía ser de otro modo, la afición sueca acogió con vítores desde el viernes a su piloto. Esperaban mucho y Peterson respondió el sábado, logrando una pole position -la cuarta de su trayectoria- por apenas 89 milésimas de segundo respecto al Tyrrell de François Cevert y 102 de diferencia con el de Jackie Stewart.
Pero las 80 vueltas del caluroso domingo de mediados de junio, a pesar del sensacional espectáculo ofrecido por los Peterson, Stewart, Cevert, Fittipaldi y Hulme, concluirán sin la victoria esperada y ansiada por la afición. Un pinchazo lento en una de las ruedas posteriores del Lotus del piloto sueco darán al traste con una victoria más que merecida tras aguantar el envite de Fittipaldi durante más de la mitad de la carrera. Denny Hulme, sexto en parrilla, será quien estrene el cajón más alto del podio de Anderstorp con su M23 de McLaren. Un desolado Ronnie Peterson tuvo que ser consolado por sus dos acompañantes en el podio a pesar de haber logrado conservar la segunda plaza en las dos últimas vueltas.
El rápido final tras la tragedia
El trazado escandinavo acogería como inesperados vencedores a dos monoplazas que no tendrían parangón en aquellos años 70: el Tyrrel P34, de seis ruedas, en 1974 y el Brabham 'Fan Car', en el último año del Gran Premio de Suecia, 1978. Año trágico para la Fórmula 1 y para los aficionados suecos en especial. Su máximo héroe, Ronnie Peterson, fallecía en Monza en un fuerte accidente durante la carrera tras no haber logrado ganar en su tierra y haber acariciado el título en varias ocasiones. Peterson perecía en la antepenúltima prueba del Mundial del 78, en el que luchaba con un Mario Andretti que se proclamaba campeón aquella infame tarde italiana en el templo de la velocidad. Además, a la desgraciada pérdida del de Lotus se le unía el último adiós de Gunnar Nilsson, que había competido en 1976 y al año siguiente con los Lotus 77 y 78, respectivamente, logrando una inesperada victoria en Zolder en su última temporada en la Fórmula 1. El cáncer le ganaba su última vuelta rápida.
Aquel 78 marcó el final de Anderstorp como escenario de la máxima categoría del automovilismo. Suecia perdió el interés nacional por la Fórmula 1, sumidos en una especie de duermevela amargo tras el fallecimiento de sus dos referentes del momento, y el singular trazado boscoso se quedaría olvidado en competiciones nacionales y algunas internacionales como el WTCC o el ETCC en etapas posteriores. El sueño se había roto y tras cinco años, Suecia desapareció, para siempre de momento, del calendario.
Hoy, Marcus Ericsson trata de devolver la ilusión al país del norte de Europa pero su presencia en Caterham dista mucho de aquellos años en los que Peterson sorprendía, inspiraba pero no lograba ganar títulos. 'Siempre estuvo en el coche equivocado en el momento equivocado', diría un compañero de andanzas años después. Suecia tuvo su propio sueño encarnado en Anderstorp pero se fue como vino, sin excesivo ruido.