La temporada 2009 fue el año de las oportunidades por excelencia. Después del impulso inicial de Brawn GP, se creó una especie de vacío de poder en el mundial de Fórmula 1 que presentó oportunidades para que prácticamente todos los equipos pudiesen sumar podios, e incluso victorias. Ya en la estrambótica cita inaugural del circuito de Singapur, en 2008, Timo Glock había logrado un fantástico resultado siendo cuarto con su Toyota. La edición de 2009 se planteaba como un interesante desafío, una carrera sin rey ni favoritos en la que Glock pudiera demostrar, en el circuito en que probablemente más importante sea el piloto, que estaba preparado para saltar a un grande.
La andadura de Glock en la Fórmula 1 comenzó en 2004 de una manera un tanto alocada. Después de un problema con los patrocinadores, Giorgio Pantano tuvo que dejar Jordan durante una sola carrera, el Gran Premio de Canadá, siendo Timo Glock en encargado de reemplazarle durante esa prueba. El coche de esa temporada distaba bastante de ser rápido, de hecho solo el Minardi empeoraba su rendimiento, lo que no daba muchas esperanzas de que el debut de Timo fuese brillante. En la clasificación todo fue normal, Heidfeld consiguió cuatro décimas de ventaja sobre Glock y luego en carrera lo fue consolidando. El Jordan funcionaba mejor que de costumbre, y Nick ya circulaba octavo, en zona de puntos, en la vuelta veinte. Entonces llegó un fallo en boxes, que retrasó mucho a Heidfeld hasta el punto de caer justo detrás de su novato compatriota.
Primeros puntos en F1
De la mano ya hasta el final de carrera, Glock y Nick cruzaron la meta en unas honrosas undécima y duodécima posiciones, con el novato por delante del veterano. Sin embargo la sorpresa saltó cuando, tras descubrirse una ilegalidad en sus coches, los Williams y los Toyota fueron descalificados de carreras. ¡Glock era séptimo y sumaba sus primeros puntos! Lograr sumar en tu debut, una hazaña muy valorada en la Fórmula 1 y más aún si lo haces con un coche modesto, ese fue el listón que Timo colocó en su estreno en la máxima categoría del automovilismo. Después, habría tres oportunidades más para Glock en las últimas carreras, de las que Pantano se borró cansado del equipo. Puntuar no era posible, pero en todas cruzó la meta y sumó experiencia para un futuro que iba a tardar más de lo esperado en llegar.
Habían pasado cuatro años. Las carreras de Glock con un Fórmula 1 amarillo no eran más que un lejano y vago recuerdo en la mente del espectador. En este tiempo Timo no se había limitado a esperar en la puerta de la Fórmula 1, sino que había estado aporreándola hasta que los japoneses de Toyota la abrieron hasta de que Glock la tirase abajo. Octavo en la Champ Car en 2005, cuarto en GP2 en 2006 y, por fin, campeón de esa misma categoría en 2007. El sitio de Ralf Schumacher en Toyota era para él. Glock llegaba a un equipo necesitado, hambriento de victorias y muy impaciente. Los resultados tenían que llegar. El coche de 2008 sin embargo no era muy rápido, y para colmo Timo lo estrelló en el debut, en Australia, tras un aparatoso vuelo a la salida de la curva 11, una rápida chicane a derechas. Hasta Canadá Glock no encontró los puntos, eso sí lo hizo siendo cuarto en una espectacular carrera en la que prácticamente todos los favoritos tuvieron problemas y no llegaron a meta. Después de tres carreras más, Glock sumaba solamente esos cinco puntos por veinte de su compañero Trulli, y además acumulaba algunas actuaciones complicadas, como sus accidentes en Australia y Hockenheim o sus cuatro trompos bajo la lluvia en Silverstone. En Hungría la tendencia tenía que cambiar.
Es lo que tiene el circuito de Hungaroring. De repente un piloto va bien, va rápido, quien sabe porque. Se adapta a uno de los circuitos donde más importan las manos del piloto. Y ese fin de semana le estaba pasando a Glock. Desde el viernes, Timo estaba en las posiciones nobles de la clasificación, cerca de los McLaren, los Ferrari y los BMW que se disputaban el campeonato. El sábado el Toyota número 12 se colocó quinto en parrilla superando incluso a su ex compañero Heidfeld (BMW) y al campeón en título, Kimi Raikkonen, con su Ferrari. Glock estaba en posición de atacar el podio, de aprovechar cualquier fallo de los favoritos para conseguir auparse al cajón por primera vez. En la salida Timo superó a Kubica, colocándose a las puertas del objetivo. En el fragor de la batalla por el título, los dos candidatos iban a sufrir.
Primer podio
Primero fue Lewis Hamilton quien reventó uno de sus neumáticos, y luego Felipe Massa, a tres vueltas de terminar, quien rompería su motor Ferrari. Kovalainen ganaba, y pisándole los talones ahí llegaba, el hombre del día, Timo Glock con el Toyota en segunda posición, logrando su primer podio y aventajando en cinco segundos al poderoso Ferrari de Raikkonen, que era tercero. El sueño para Glock se cumplía donde a muchos otros, en el Hungaroring. El podio además iba a servir de punto de inflexión, ya que de las siete carreras restante Timo iba a puntuar en cinco, abandonando otra de ellas por problemas mecánicos. Con especial atención se debe mirar el cuarto puesto obtenido en Singapur, a las puertas del podio en una carrera alocada que sirvió de inauguración del Gran Premio. A final de temporada Glock consiguió dejar solo en seis la brecha de puntos que le sacó Trulli, mostrando claros signos de progreso que invitaban al optimismo de cara a una de las temporadas más sorprendentes de la historia de la Fórmula 1, la de 2009.
Toyota quería dominar, ser por fin un equipo de élite. Ante uno de los cambios de normativa más importantes de la historia de la Fórmula 1, se abría para todos una puerta a la esperanza, al Olimpo al que hasta ahora solo unos pocos privilegiados habían podido acceder. Era un reinicio que permitía soñar. En las primeras pruebas la ilusión se mantuvo. Brawn GP arrasaba, pero se intuía que un equipo tan débil económicamente no aguantaría mucho. Por detrás las migajas caían en Toyota. Trulli fue el tercero en Australia, con Glock cuarto, y fue el propio Timo quien obtuvo la última posición del podio en Malasia, bajo el diluvio. Toyota era segunda en el campeonato, solo detrás de los restos que había dejado su vieja enemiga, Honda, a su marcha. En Bahrein era el momento de la verdad. Los dos coches copaban la primera fila, con Trulli delante de Glock, aunque el alemán pronto iba a solucionar esa situación. Desde la punta de la carrera, Timo tiraba con su compañero guardándole las espaldas, pero el rendimiento pronto se vino abajo, el coche sufrió con los neumáticos y Glock se vio en séptima posición, muy por detrás de Trulli que al menos rescataba otro podio, siendo tercero, para el equipo. Posiblemente esa fue la carrera de inflexión en la trayectoria de Toyota en Fórmula 1. Después de puntuar en solo dos carreras más, Timo Glock llegaba a Singapur. Aún no lo sabía, pero se avecinaba su última, y quizá su más brillante, carrera con Toyota.
Segundo puesto merecido en Singapur
La noche caía por segundo año en Singapur. La lucha por el título entre los pilotos de Brawn GP comenzaba a dilucidarse en las posiciones intermedias de la tabla, ya que los británicos habían perdido parte de su impulso inicial. La pole se la queda Hamilton, con Vettel y Rosberg detrás. Glock se queda séptimo, justo por detrás de Alonso. Las luces están a punto de apagarse en el circuito donde las manos de un buen piloto pueden superar cualquier adversidad. ¡Glock sale como un relámpago! Hábil y listo como pocos, aprovecha una comprometida situación entre Alonso y Webber para superar a los dos veteranos. Timo lo está bordando y ya rueda cuarto. Como es usual en Singapur, el Safety Car hace su aparición tras chocar Sutil contra Heidfeld. Durante el repostaje, Rosberg comete un error al pisar la línea de boxes que le deja fuera de toda batalla. Glock sube a la tercera plaza, y tras un las últimas paradas supera a Vettel y se coloca segundo, justo delante de Alonso que le ataca con su Renault, aunque finalmente Timo aguanta y llega segundo, igualando su mejor resultado en Fórmula 1. En el circuito mágico, donde un buen piloto puede mejorar a su coche, Glock está en el podio después de pelear toda la carrera con grandes campeones como Hamilton, Alonso, Vettel o Rosberg. Timo lo ha conseguido, y si pudiésemos viajar desde el futuro hasta allí le recomendaríamos que lo disfrutase, porque Timo Glock no iba a volver a sumar un solo punto en Fórmula 1.
En Suzuka, en la clasificación, el Toyota se estrella entrando a meta. A toda velocidad y directo contra el muro, en un impacto brutal. Glock sufre importantes lesiones que le hacen perderse el resto de la temporada, Kamui Kobayashi ocuparía su lugar en unas últimas carreras que marcarían el adiós de Toyota a la Fórmula 1. En 2010 la marca japonesa no estaría en la máxima categoría del automovilismo y a Glock le iba a tocar buscarse nuevo equipo. Aunque las ofertas no debieron faltar sobre la mesa de un piloto que hasta su lesión estaba superando a Trulli en la clasificación, la decisión de Timo no pudo ser peor. Virgin, el nuevo proyecto de Richard Branson era la elección de un piloto que, con 27 años y tras la mejor temporada de su vida, afrontaba teóricamente sus años de plenitud y madurez. El efecto BrawnGP posiblemente nubló la mente de un Glock que pensó que el rutilante equipo británico podía sorprender a sus poderosos rivales. Craso error.
Llegada al DTM
Durante tres temporadas (2010-2012) Glock únicamente pudo pasear a un parsimonioso ritmo de tortuga por los circuitos del mundo con su Virgin, que posteriormente pasaría a llamarse Marussia. Aún convencido de su decisión, en 2011 se atrevió a renovar su acuerdo con el equipo hasta el presente año 2014, aunque finalmente Glock no soportó tal ritmo y cerró antes de comenzar la temporada 2013 su andadura en Fórmula 1 para marcharse al DTM. Atrás tres años infames de sufrimiento en los que el mejor resultado fue un duodécimo puesto en, donde sino, Singapur 2012. Eso y constantes victorias sobre sus novatos compañeros de equipo, ya fuese Luca di Grassi, Jerome D'Ambrosio o Charles Pic quien se sentase al lado. Tres años que fueron un triste epitafio de un piloto que posiblemente nunca pudo demostrar todo su talento, aunque nos dejó esencias de todo lo que sabía hacer a los mandos de un coche de carreras. Y lo hizo en Canadá, en Hungría y lo hizo, por encima de todo, en Singapur, donde solo dejan subirse al podio a los más grandes.