Todo estaba resuelto. Alain Prost había sentenciado matemáticamente el Mundial en la anterior cita sobre el trazado del viejo Estoril. Su segundo puesto tras el ya competitivo Michael Schumacher, aumentaba a 25 su diferencia de puntos respecto a Damon Hill y sólo quedaban dos citas por delante. Así, con la puntuación de entonces -10 para el primero, 6 para el segundo- el astro francés se endosaba su cuarto título Mundial y anunciaba su adiós para siempre a la Fórmula 1.
No habían pasado pocas cosas desde que la bandera a cuadros cayera en Portugal a finales de septiembre. Además del retiro de 'El Profesor', McLaren había anunciado su acuerdo con el motorista francés Peugeot para 1994; a su vez, Ayrton Senna había confirmado que dejaría el equipo de Woking para recalar en las filas de Williams como compañero de Damon Hill y un tal Eddie Irvine había sido llamado por -otro Eddie- Jordan para sustituir a Emmanuele Naspetti en el equipo irlandés.
La rápida adaptación de Irvine
Poco sabían muchos de la parrilla de dónde venía el norirlandés que había fichado Eddie Jordan en el mes de margen entre el GP de Portugal y la penúltima prueba del año en Japón. Precisamente del país del Sol Naciente. Eddie irvine había pasado las últimas tres temporadas compitiendo en la Fórmula 3000 japonesa después de que su paso por el equipo del propio Jordan en la International Fórmula 3000 en 1990 y concluir el año en tercer lugar del Campeonato, ganado por Érik Comas.
Precisamente, ese 1993, el norirlandés había concluido como subcampeón su tercera temporada en tierras niponas y Jordan no vio otra opción mejor en el panorama internacional. Irvine tenía experiencia en Japón y se conocía Suzuka a la perfección. Tal fue así que el piloto británico logró clasificar en octava posición para su primer Gran Premio de Fórmula 1, mejorando en poco más de cuatro décimas a su recién estrenado compañero de equipo, Rubens Barrichello.
Así las cosas, el Jordan 193 con motor V10 Hart, no había puntuado en toda la temporada, obteniendo como mejor puesto el séptimo de Barrichello en Magny Cours -sólo puntuaban los seis primeros. Las expectativas eran realmente altas, el norirlandés estaba respondiendo ante la confianza depositada por el carismático director de equipo irlandés.
Prost precede en parrilla a los dos McLaren
Una vez más, por 13ª vez esa temporada, Alain Prost se hacía con la pole position -la que sería la última de su carrera deportiva- y aventajaba en poco más de una décima a Ayrton Senna y su joven compañero de equipo, un tal Mika Hakkinen, rápido como un demonio y nórdico, para más señas. En la arrancada, Senna tiró de maestría y consiguió superar a su antítesis en los primeros metros. Por detrás, Eddie Irvine comenzaría a dar motivos para las habladurías que surgirían sobre él en los próximos dos años.
El de Jordan se tiraba como si no existiera el mañana en la primera curva de Suzuka y ganaba dos posiciones en los primeros instantes para ser quinto. Schumacher y Hill le dejaban hacer, temerosos de quedarse fuera desde el comienzo. Pero, primero Michael en la vuelta 3, y después Hill, en la seis, daban buena cuenta del osado norirlandés. Hasta Aguri Suzuki, a lomos de su Footwoork, conseguía dejar a su zaga al Jordan 193.
'Irvine-gana-carreras-en-la-primera-curva'
Esa fue la etiqueta -o 'tag' como se diría en nuestro presente 'redsocializado'- que perseguiría a Eddie Irvine unos cuantos meses más tarde. El norirlandés aguantaba el tipo en la séptima posición tras el abandono de Michael Schumacher después de tocarse con Damon Hill en su lucha por tratar de pasar, ambos, a Gerhard Berger. Poco antes del primer pit stop de los favoritos, la lluvia comenzó a caer, tímidamente, sobre Suzuka. En dichas condiciones, Senna se mostraba intratable y aún con slicks supo mantener su ventaja sobre Prost.
Cuando los tres primeros entraban a cambiar de neumáticos, la lluvia intensificó su presencia y todos montaron los neumáticos de lluvia. Senna aguantaba el tipo por delante de Prost, que lo había superado en la vuelta 14. En plena lucha por la victoria, encarnizada, como acostumbraban ambos, se encontraron con la pareja que luchaba por la quina plaza, formada por Damon Hill y Eddie Irvine. La pista comenzaba a secarse a marchas forzadas y la estabilidad de los monoplazas era, cuanto menos, precaria.
Senna lograba superar a Eddie Irvine en primera instancia pero se quedaba encajonado tras la zaga del Williams de un Damon Hill que había tenido que hacer una parada extra por un pinchazo. Con el líder de la carrera entre su rival y él, Eddie Irvine tuvo una ocurrencia que acarrearía un diluvio de críticas contra él en los meses posteriores. El norirlandés superaba al tricampeón del Mundo ante la sorpresa del mismo.
Aunque, finalmente, ambos campeones del mundo lograron superar al debutante y a Hill, Senna no iba a olvidar tan fácilmente el riesgo en el que le había puesto Irvine y lo cerca que había estado de arruinarle una sólida carrera en Suzuka. La bandera a cuadros caía sobre el mítico casco amarillo del astro brasileño; la celebración del podio se vivía con baño de champagne pero Ayrton tenía en mente algo más...
La charla y el tortazo al 'rookie'
Estando Ayrton Senna realmente incendiado por la actitud de un debutante, nada menos, la tensión le hizo encaminar sus paso hacia el motorhome de Jordan, donde Irvine estaba sentado en una mesa con Eddie Jordan, Rubens Barrichello y otros miembros del equipo cerca de él. Senna entró como una furia en el habitáculo pero no recordaba la cara del recién llegado y fue el propio Irvine quien alzó una mano. Era él.
"¿Qué ... pensabas que estabas haciendo?", fue el saludo, cordial, del astro brasileño. La respuesta dijo mucho de la actitud de Irvine y su carácter ya por aquellos días. "¡Estaba compitiendo!". Desde ese momento, el acaloramiento de Senna no hizo sino crecer por momentos. El piloto de McLaren le reprochó al debutante que no dejara pasar al líder de la carrera cuando éste llegaba a su altura. "Si hubieras sido lo suficientemente rápido, no habría problema". Nuevo grado extra de temperatura al ya de por sí caldeado ambiente.
"¡Te adelanté! Y te fuiste por fuera tres veces delante de mí, en el mismo lugar, como un ... idiota, donde había aceite. Y estabas lanzando piedras y todas esas cosas delante de mí durante tres vueltas. Cuando te cogí, te diste cuenta de que estaba por delante de ti. Y cuando llegué a la zaga de Hill, porque él estaba con slicks y con problemas, deberías haberte quedado tras de mí. Tomaste un gran riesgo de dejarme fuera de carrera". Las respuestas de Irvine a partir de ese momento fueron lacónicas. Del "¿Cuándo te puse en peligro?" al "¿Te toqué? ¿Te toqué alguna vez?" pasando por el "¿En serio? ¿Cómo es que te desdoblé si era demasiado lento?".
La amenaza final de Senna en la conversación acerca de que el norirlandés tendrá problemas con los comisarios y con el resto de pilotos en el futuro, es respondida con un aburrido "¿Ah, sí?" Tal vez sea la actitud insistente de Irvine, el calor del momento o la insistencia en querer quedar por encima del joven piloto ante alguien que era todo en la Fórmula 1 de los 90' pero lo cierto es que justo antes de salir de las instalaciones de Jordan, Ayrton Senna se giró brutamente y le asestó un soberano guantazo con su mano izquierda en el lateral de la cabeza a Eddie Irvine. El norirlandés se había pasado de listo nada más llegar.