"Este año ganaré el mundial". Con esa rotunda afirmación encaraba David Coulthard prácticamente cada una de las temporadas de Fórmula 1 en los últimos años del siglo pasado. En 2001 los aires del nuevo milenio no habían frenado a este escocés, que una vez más juraba a quien le quería escuchar que esta era la definitiva, que él seguiría el glorioso legado de sus compatriotas Clark y Stewart. Y llegando al Gran Premio de Brasil de momento nadie podía negarle a David sus opciones. Eso sí, tocaba ganar en Interlagos.
La forma de debutar de Coulthard posiblemente fuese la más complicada que nadie haya tenido nunca en la Fórmula 1. Le tocó reemplazar el inmenso hueco que el fallecido Ayrton Senna había dejado en Williams tras el Gran Premio de San Marino de 1994. En Mónaco nadie reemplazó al brasileño, y fue en España donde el piloto escocés se sentaría por primera vez en el asiento de Ayrton. David salió noveno, y tras llegar a rodar quinto terminó retirándose por un fallo eléctrico. No estaba mal para un estreno tan comprometido. Renault, el motorista de Williams, presionaba al equipo. Querían que Mansell volviese de su retiro de la Fórmula 1 y se subiese en el coche, por lo que hasta en cuatro ocasiones David tuvo que cederle el sitio al campeón de 1992. A final de temporada Coulthard completó ocho pruebas, consiguió ser segundo en la última de ellas, en el Gran Premio de Portugal. Allí el escocés logró su primer podio, y solo la lucha de su compañero, Damon Hill, por el título impidió que Coulthard pelease por la victoria. En las tres últimas carreras corrió Mansell, y en Australia, cita decisiva del campeonato, aprovechó el famoso accidente entre Schumacher y Hill para ganar su trigesimoprimera y última victoria en Fórmula 1. Quizá si ese día Coulthard se hubiese subido al Williams sería él quien se habría anotado su primera victoria en el casillero. Pero eso tendría que esperar.
Fichaje por McLaren
Coulthard se enfadó. Se consideraba maltratado por el equipo, y tras acabar la temporada 1994 anunciaba su fichaje por McLaren-Mercedes. Pero había un pequeño problema. Él seguía teniendo contrato con Williams, y el equipo de Grove estaba dispuesto a hacérselo cumplir. Por supuesto, en tales condiciones, no hace falta decir que las predilecciones del equipo no iban a ir precisamente en favor del escocés... Después de ser segundo en Brasil, en Argentina, segunda prueba del campeonato, David logró su primera pole, aventajando en ocho décimas a su compañero Hill. Parecía el escenario ideal para su primera victoria, pero un fallo en el acelerador truncó los sueños del escocés en favor de su compañero. Comenzaría una época de muchos problemas mecánicos que truncaría las opciones de título de David, que siempre que llegaba a meta lo hacía en posiciones de podio, pero que acostumbraba a fallar demasiado a menudo.
En Monza volvió a quedarse con la pole, iniciando una racha tremenda, pero en carrera la lió. Primero se salió en la misma vuelta de formación, y finalmente terminaría por colisionar durante la vuelta trece de la carrera. Dos semanas después, en Portugal, Coulthard tenía la revancha. De nuevo estaba en la pole con su Williams, por delante de Hill y Schumacher. Ese día iba a ser infranqueable. En la salida mantuvo su posición, y pese a los ataques del alemán logró mantenerse firme hasta la línea de meta, solo cediendo la punta en algunas vueltas en favor de Hill, que repostaba más tarde. En el mismo lugar donde hace un año había logrado su primer podio esta vez obtenía la primera victoria. Las banderas escocesas volvían a ondear orgullosas 23 años después del último triunfo de Jackie Stewart. Coulthard ya estaba junto a él y Jim Clark en la lista de escoceses vencedores de un Gran Premio de Fórmula 1.
El ritmo de David continuó, e hizo también la pole en las dos siguientes carreras, Europa y Pacífico, aunque en ambos casos tuvo que ceder ante un Schumacher lanzado a por su segundo título. Como colofón a las tiranteces de Coulthard con el equipo en la última carrera, en Australia, David chocó contra el muro mientras entraba a boxes liderando la prueba, en una famosa y recordada maniobra que sirvió como amargo punto y final a una relación complicada entre equipo y piloto. Se acabó. Después de un año agridulce tocaba afrontar por fin una nueva experiencia en McLaren-Mercedes, un equipo que de la mano del motorista alemán se disponía a reverdecer las glorias del pasado.
Segundo año con motor Mercedes
Era la segunda temporada de McLaren con motores Mercedes, por lo que aún estaban en un proceso de adaptación que les impedía luchar por las victorias. Williams dominaba aquella temporada con Hill y Villeneuve, que había sustituido a Coulthard en el equipo. Quizá David de seguir allí hubiese podido pelear por el título con ese coche. Pero lo cierto es que 1996 fue muy complicado, averías y salidas de pista lastraron mucho a un piloto que tuvo que conformarse con dos podios en todo el año, el primero en Nurburgring y el segundo de ellos en Mónaco, donde fue uno de los cuatro pilotos que consiguieron acabar bajo aquel diluvio. 18 puntos a final de temporada por 31 de Hakkinen, y la experiencia necesaria para empezar a luchar en la siguiente temporada.
1997 iba a ser un año para crecer. En Australia, primera carrera de la temporada, Coulthard salía cuarto, pero tras un accidente en la salida logró ponerse segundo. El Williams de Villeneuve estaba fuera, mientras que era el de Frentzen quien lideraba la prueba, aunque no por mucho tiempo. En la vuelta 17 Coulthard tomó la delantera y ya no la soltaría hasta la meta, pese a los intentos de Heinz-Harald que terminaría fuera de carrera por un problema de frenos. La temporada comenzaba con victoria y liderato del mundial. Iba a ser un espejismo. En las siguientes carreras el rendimiento del McLaren decreció, logrando sumar un único punto en las siguientes siete pruebas. La temporada estaba perdida, aunque una nueva victoria en Monza sirvió para maquillarla un poco y, de paso, batir en la clasificación final del campeonato a Hakkinen. Era la primera vez que Coulthard superaba a su compañero en el mundial.
Miel en los labios en Australia
Las dos siguientes temporadas iban a llegar los títulos a McLaren. Adrian Newey estaba al mando, y eso es seguro de éxito. Lo sucedido en Australia, primera carrera del campeonato iba a ser un buen preludio de lo que le esperaba a Coulthard durante estos años. Tras un pequeño fallo en boxes de McLaren, el escocés logró ponerse en cabeza por delante de Hakkinen. El resto de participantes estaban doblados, por lo que el doblete del equipo de Woking parecía inamovible. Sin embargo desde boxes llegó una orden: "Deja pasar a Mika". Coulthard debía entregarle el triunfo al finlandés, a tres vueltas del final, para así subsanar el error que el equipo había cometido en los pits. Hakkinen se llevó la victoria que le lanzaría a por su primer título y Coulthard se quedó detrás, como fiel escudero, pese a que hasta ese momento su palmarés era más amplio que el de su compañero. En San Marino, desde la pole, Coulthard ganó, aunque sería la única vez en toda la temporada.
A final de año Hakkinen fue campeón del mundo y David se tuvo que conformar con verlo desde la tercera posición, a casi 50 puntos de distancia. La siguiente temporada no iba a ser muy dispar. Coulthard empezó con muchos problemas mecánicos, lo que Hakkinen aprovechó para abrir hueco. En Gran Bretaña Schumacher se partió la pierna, y Coulthard logró ganar la carrera de casa, amagando con meterse en la lucha por el título. Pero nada de eso pasó. Fue Irvine, el segundo Ferrari, quien peleó con Hakkinen, aprovechando entre otras cosas alguna ayuda del escocés, que se llevó por delante a su compañero en Austria. A final de año David consiguió ganar en Spa, pero no pudo impedir que su compañero se convirtiese en bicampeón mundial y automáticamente en rey absoluto de McLaren-Mercedes. Su papel de escudero estaba marcado.
Pero entonces algo sucedió, una cosa muy finlandesa. Hakkinen comenzó a perder motivación. Coulthard ganó en Gran Bretaña, Mónaco y Francia, y tras la carrera gala era segundo en el mundial, a doce puntos de Michael Schumacher. Pero entonces Mika resurgió. Comenzó a ganar carreras y superar a David con regularidad, pasándolo en la clasificación del mundial y alcanzando a Schumacher, dispuesto a pelear por su tercer campeonato. El título terminaría siendo esta vez del alemán, pero nuevamente Coulthard no había podido, ni siquiera, pelear por el título. 2001 era la última esperanza para poder tomar en serio las típicas amenazas invernales del piloto escocés.
Podio en Australia y podio en Malasia, las dos primeras carreras del campeonato. La motivación de Hakkinen estaba bajo mínimos, hasta el punto de que esa sería su última temporada en Fórmula 1, y David Coulthard parecía, ahora sí, la gran apuesta de McLaren para ganar el título. El Gran Premio de Brasil, donde nos habíamos quedado, era una reválida para conocer si, definitivamente, Coulthard iba a poder pelearle el campeonato a Schumacher y Ferrari.
Victoria en Brasil y afianzamiento en el Mundial
David clasificó quinto, a tres décimas de la pole marcada por Michael Schumacher. Desde luego no era un estreno brillante, pero estaba por llegar una ayuda celestial. Concretamente en forma de lluvia, que comenzó a regar Interlagos. Montoya, en un impresionante relanzamiento de carrera, pasó a Schumacher y se puso en cabeza. Parecía tener la carrera controlada, pero un alocado Jos Verstappen se lo llevó por delante cuando estaba doblado, echando por tierra las esperanzas del colombiano y alimentando las de Coulthard, que rodaba segundo pegado a Schumacher. Era el momento, la pista estaba mojada y el enemigo delante. Sin duda David debió recordar el adelantamiento que su compañero Hakkinen le hizo al propio Kaiser medio año antes en Spa, porque ni corto ni perezoso Coulthard se lanzó valiente al vértice de la primera curva de Interlagos, dejando entre él y Schumacher a un Tarso Marques doblado con su Minardi que apenas luchaba por mantenerse en pista. Coulthard lo había hecho, valiente y firme, y ahora navegaba en solitario a por la victoria que finalmente conseguiría. Era segundo del mundial, y tras el siguiente Gran Premio, en San Marino, ya estaba al frente. Feliz y dispuesto a cumplir, esta vez sí, aquello de "esta temporada seré campeón". Nada se podía torcer.
O tal vez sí. Porque el Ferrari, aunque aún no lo sabíamos, estaba en su marcha triunfal. Era intratable, y pronto lo iba a demostrar. Schumacher inició una racha de siete carreras seguidas entre los dos primeros puestos, y tras abandonar en Alemania, cerró la galopada con dos triunfos más en Monza y Spa, dejando el título visto para sentencia. Coulthard nada pudo hacer ante tal expresión de dominio, logrando ganar el Gran Premio de Austria y poco más. A final de temporada David al menos logró el subcampeonato, primero y único de su vida, afianzando la mejor temporada de su vida pero sin el premio gordo del campeonato.
Cambio de compañero: llega Räikkönen
Para 2002 Mika ya no estaba, su sucesor sería otro finlandés, Kimi Raikkonen, un talento precoz que estaba dispuesto a ser el líder de McLaren. Esa temporada fue nefasta. Ferrari estuvo inalcanzable y hasta Williams superó el rendimiento de las flechas de plata. Coulthard terminó el campeonato quinto, por delante de Raikkonen, consiguiendo una fantástica victoria en Mónaco, tras arrebatarle a Schumacher la primera posición en la salida. Era su segunda victoria en el más mítico Gran Premio de la Fórmula 1 y un buen botín para un año imposible. La plataforma de lanzamiento para un año de oportunidades, el 2003, que también iba a ser el del cambio. Ferrari empezaba la temporada con el coche del año anterior, y McLaren se plantaba en pista con un coche superior, dispuestos a dominar el inicio de la temporada.
En Australia todo eran incógnitas. Los dos Ferrari se pusieron al frente en la clasificación, mientras que los McLaren y los Williams sufrían. Coulthard partía undécimo, una posición que no invitaba al optimismo, pero en carrera todo iba a cambiar. Había lluvia, pero la pista estaba casi seca. Todos salieron a pista que intermedios, y pronto comenzaron los problemas. Barrichello se estrelló, y Schumacher sufrió mucho en su parada en boxes. Por detrás, Coulthard fue el más listo: entró en la vuelta uno, y tras las detenciones de todos los demás se puso tercero, detrás de Kimi y del por entonces pentacampeón alemán. Montoya, cuarto, también estaba en la batalla por la victoria, y sería el que iba a ganarla por estrategia. El colombiano se situaba líder tras las últimas paradas y parecía que abriría la temporada con victoria, pero un trompo a diez vueltas del final le privó del éxito y se lo puso en bandeja a David Coulthard, que solo tuvo que cruzar la meta exultante para obtener la decimotercera y última victoria de su carrera deportiva.
Aún no lo sabía, pero ese gran inicio de mundial ni mucho menos le permitiría pelear por uno de los campeonatos más abierto de los últimos tiempos. Más bien fue un espejismo que no pudo difuminar el fin de una etapa para Coulthard. David no ganó ni una carrera más ese año, solo logró ser segundo en Hockenheim y tercero en Suzuka, cayendo hasta una poco honrosa séptima posición en el campeonato, incluso detrás del Renault de Alonso. 2004 solo fue un triste apogeo, con un coche desastroso, lento y poco fiable que Coulthard no pudo encaminar ni en una sola ocasión hasta el podio, lo que sería su final definitivo al equipo de Woking, que había fichado a Juan Pablo Montoya para reemplazarle. Ahora tocaba una última aventura, más modesta pero igual de ilusionante. Tocaba unirse a la ola de Red Bull.
Última etapa: Red Bull
A finales de 2004 Red Bull compró Jaguar, dispuestos a iniciar la última etapa de su aventura en la Fórmula 1, la de tener un equipo propio. Y uno de los primeros movimientos fue el de hacerse con David Coulthard, un piloto veterano y de prestigio que guiase al equipo en estos primeros años en un mundo complicado. Los objetivos ya no eran tan ambiciosos como en Williams y McLaren, aquí puntuar ya era una fiesta. Lo que nadie podía esperar era un debut tan espectacular. Gracias a un oportuno chaparrón, la parrilla quedó casi totalmente invertida. Coulthard partía quinto, justo delante de su compañero Klien y detrás del Sauber de Villeneuve. Los cocos, Schumacher, Alonso, Barrichello, Raikkonen o Montoya, salían desde el fondo de la parrilla. En carrera, muchos de los que le rodeaban en parrilla perdieron posiciones, pero no David. Firme, solo cedió ante Barrichello y Alonso, con coches muy superiores, además de con Fisichella, que salía en la pole con el Renault. Cuarto puesto, en solo una carrera con Red Bull ya había igualado su mejor resultado de la temporada anterior.
Este equipo prometía. Con cierta regularidad, los dos coches austriacos lograron puntuar, habitualmente con Coulthard delante. Hasta en nueve ocasiones sumó Coulthard, terminando el año con 24 puntos, por los 10 que sumaron entre Klien y Liuzzi, sus compañeros. En 2006 las apariciones por los puntos menguaron, pero lo compensó un fantástico podio obtenido en Mónaco, su circuito talismán, gracias a una tercera posición detrás de Alonso y Montoya. Los dos últimos años, 2007 y 2008, el nivel bajó, o subió el del nuevo compañero, Mark Webber. En la primera temporada el australiano alcanzó el podio en Nurburgring, mientras que el escocés se quedó varias veces con la miel en los labios, como en la carrera de Fuji. La última temporada estaba siendo peor, pero se iba a solucionar en una sola prueba, la de Canadá.
Coulthard salía decimotercero, nada hacía prever que podría llegar a alcanzar a los McLaren, Ferrari y BMW que dominaban la categoría. Sin embargo el caos se desató: Hamilton se llevó por delante a Raikkonen en la salida de boxes, e irremediablemente Rosberg tampoco lo pudo esquivar. Y parar colmo Massa no pudo repostar, por lo que hizo una doble parada. El Safety Car benefició al de Red Bull, que además, con los favoritos fuera de carrera, podía pelear por el podio. Tras el relanzamiento de la carrera los dos BMW marchaban al frente, en busca del doblete, y pegado a ellos circulaba Fernando Alonso con el Renault. El podio parecía servido, pero en la caja de cambios del coche francés cedió cuando el bicampeón del mundo trataba de rebasar a Heidfeld. Alonso se quedaba tirado, y era Coulthard, con el Red Bull, quien iba a heredar su tercer lugar en el podio. Era el último, la dulce despedida de un piloto carismático y simpático que nunca pudo ser campeón. Pero que consiguió trece victorias y un subcampeonato, y todo ello corriendo para tres de los más grandes equipos de la historia de la Fórmula 1. Un piloto que trató de ser Stewart, o Jim Clark, pero que se quedó en David Coulthard, y pese a que nunca se llevó el trofeo más preciado, se labró un hueco en la memoria de todos los aficionados a la Fórmula 1.