Pese a su remodelado nombre y su reentrada en el mundial hace solo un año, detrás del Red Bull Ring se esconden casi treinta años de Grandes Premios de Austria bajo las denominaciones de Österreichring primero, y de A1-Ring después. En 2015 será la 29º edición de una carrera que por diversos problemas se vio interrumpida una década entre 1987 y 1997 y otra entre 2003 y 2014, lo que priva a esta veloz y trepidante trazado de la aureola mítica que poseen otros de su época o incluso posteriores. Red Bull Ring, A1-Ring u Österreichring, lo único seguro es que el circuito situado en Spielberg nunca defrauda. Estos son sus mejores momentos.
Un adelantamiento. Michael Schumacher a Kimi Raikkonen en 2003
En 2003 el apabullante dominio de Michael Schumacher en años anteriores estaba en entredicho. Dos jóvenes pilotos, Kimi Raikkonen y Juan Pablo Montoya, acechaban el trono de El Kaiser. El Gran Premio de Austria supondría un gran golpe de autoridad del alemán. Schumi rodaba tercero, inmediatamente a continuación del McLaren de Raikkonen. En una de las largas rectas, Michael se colocó en paralelo en el exterior de Kimi, obligando al finés a darle más amplitud a la salida de la curva y, con un golpe genial, consiguiendo Schumacher pasar cortando el ángulo. Pero no iba a quedar ahí a cosa, ya que mientras Raikkonen aún oponía sus últimas muestras de resistencia al adelantamiento en el horizonte de otra larga recta un humo blanco indicaba que el motor BMW del líder de la carrera, Juan Pablo Montoya, acababa de reventar. De un tiro, Schumacher se quitaba dos pájaros de un tiro y ponía un pilar básico del que terminaría siendo su sexto título mundial.
Un accidente. Andrea de Cesaris en 1985
Nadie puede discutir que Andrea de Cesaris era un hombre de acción. Prueba de ello es que abandonó 148 carreras de las 208 que empezó, lo que supone una marca inalcanzable para los tiempos que corren. Pero si un percance luce en su interminable lista de incidentes probablemente sea el que aconteció en el Gran Premio de Austria de 1985. Mientras rodaba undécimo, el italiano perdió el control de su Ligier Renault en uno de los puntos más veloces del circuito. El coche se fue a la hierba, y allí despegó dando varias vueltas de campana y terminando absolutamente destrozado. Milagrosamente, De Cesaris salió intacto del golpe e incluso pudo participar, y abandonar, en el siguiente Gran Premio.
Una carrera memorable. 1975
La de 1975 en el antiguo Österreichring fue una de esas carreras en lluvia que quedan para la historia y que, por desgracia, hoy sería imposible de ver. Bajo un diluvio épico, pilotos más desconocidos y con coche peores pudieron lucirse. Vittorio Brambilla, apodado "el gorila de Monza", consiguió su primera y única victoria en la Fórmula 1 con un mediocre March Ford que, para colmo, estrelló nada más cruzar la línea de meta. Segundo fue James Hunt, a lomos de un Hesketh, y tercero Tom Pryce con un Shadow Ford, completando uno de los podios más extraños de toda la historia de la Fórmula 1. Para Brambilla y Pryce fueron sus primeras apariciones en un podio, y en el caso del italiano la última. Para Hunt fue una reafirmación más del talento que tenía aquel rubio díscolo que apuntaba al título de campeón del mundo que un año después conseguiría.
Una polémica. Órdenes de equipo en Ferrari en 2002
Probablemente, las órdenes de equipo más famosas de toda la historia de la Fórmula 1. En 2002 el Ferrari era un coche imbatible, pero a pesar de ello en Maranello no las tenían todas consigo. Rubens Barrichello, que había controlado todo el Gran Premio desde el sábado, recibió la orden de cederle la victoria a su compañero Michael Schumacher, que ya disfrutaba de una gran ventaja en el campeonato. Ante un conato de desobediencia del brasileño, desde el muro le advirtieron sobre las consecuencias que esto le podría traer contractualmente, ante lo cual Rubinho decidió dejar pasar a Schumacher sobre la misma línea de meta, evidenciando ante el gran público la situación. Nada volvió a ser igual en la Fórmula 1 después de aquel incidente que costó a la escudería más laureada y prestigiosa de la historia una sonora pitada del público.
Una gran actuación. Eddie Irvine en 1999
En 1999 la Fórmula 1 llegaba a Austria con una sensación de mundial sentenciado provocada por la fractura de pierna que había sufrido Michael Schumacher solo quince días antes. Mika Hakkinen era único candidato al título, y su bicampeonato se daba por hecho. Pero entonces emergió la figura del segundo piloto de Ferrari, Eddie Irvine. El norirlandés ganó el Gran Premio de Austria aprovechando un choque entre los dos McLaren y se puso en el rebufo de Mika Hakkinen en el mundial, disputándole hasta Japón un campeonato que, por los pelos, terminaría en las manos del Iceman original.
Un día para olvidar. Felipe Massa en 2014
En la pasada edición del Gran Premio de Austria, Williams sorprendió a todos colocando a sus dos coches en la primera línea de la parrilla de salida, con Felipe Massa en la pole. El equipo de Grove ponía en jaque a Mercedes y se mostraba dispuesto a luchar por la victoria. Pero en carrera faltó acierto y valentía. Con una táctica muy conservadora, los estrategas de Williams decidieron dejar a Massa en pista más tiempo que nadie con las gomas gastadas. La repetición constante de esta mala jugada en cada stint acabó con el brasileño no solo lejos de los dos Mercedes, sino también detrás de su compañero Valtteri Bottas, pasando de una ilusionante pole a una cuarta posición repleta de sinsabor.