PESE A LOS AVANCES

Coulthard reflexiona tras la muerte de Bianchi: "No se puede eliminar el peligro completamente"

El ex piloto escocés cree que el riesgo es inherente al automovilismo y que es una parte del espectáculo, aunque se han hecho grandes avances en seguridad.

Ángel Pino 19 de Julio 2015 19:28

La muerte de Jules Bianchi tras el accidente sufrido en el GP de Japón 2014 ha sido un duro varapalo para el mundo de la Fórmula 1. Un trance amargo que ha hecho pensar a muchos sobre el riesgo en la categoría reina del automovilismo, un componente inherente a la competición según el escocés David Coulthard. En su columna de la BBC, el ex piloto de F1 reflexiona sobre la paradójica y contradictoria relación entre riesgo y emoción y afirma que, pese a que se ha mejorado en seguridad, el accidente de Bianchi demuestra que el peligro está inevitablemente siempre presente en la Fórmula 1.

Un toque de atención

El drama ha vuelto a salpicar a la Fórmula 1 aunque, como afirma Coulthard, no es un hecho aislado: "La Fórmula 1 no es ajena a la tragedia, y la muerte de Jules Bianchi [...] es un recordatorio de que el peligro nunca está lejos, pese a lo distante que parece que pueda estar. Durante las últimas dos décadas, la F1 se ha acostumbrado a ver pilotos alejarse caminando o salir ilesos de grandes accidentes, como el de Robert Kubica en Canadá 2007 o el vuelo de Mark Webber en Valencia 2010".

Que ambos pilotos pudieran vivir para contarlo tras sufrir tales accidentes es el resultado de los esfuerzos y progresos en materia de seguridad desde la, ahora ya, penúltima tragedia sobre el asfalto en F1, la de Ayrton Senna en Ímola 1994. Trágicos sucesos que, obviamente, removieron conciencias y obligaron a aprender y a actuar por aquel entonces y también ahora: "Cualquier incidente como ese desencadena inevitablemente un periodo de introspección, y se han hecho más cambios a raíz de la trágica perdida de Bianchi".

El peligro es inevitable

Tras el accidente en Suzuka y, aún con Bianchi en el hospital, la Fórmula 1 ya modificó algunos procedimientos e introdujo otros para evitar que el suceso se repita. Desde entonces, las banderas rojas son habituales en los entrenamientos libres cuando un F1 se queda parado en mal sitio o es necesaria la actuación de las grúas para retirar un monoplaza. También incluyó el conocido como Virtual Safetey Car, que establece un 'delta time' que los pilotos deben cumplir. Así, "se arrebata a los pilotos la decisión de cuánto deben reducir la velocidad para estar seguros en esas circunstancias".

No obstante, Coulthard afirma que los procedimientos vigentes por aquel entonces fueron aplicados correctamente. Pero, según el escocés, el accidente de Bianchi fue del todo inusual. "La probabilidad de que se saliera fuera, en un sector con dobles banderas amarillas -la forma más extrema de precaución antes de la detención de la carrera- y golpear a un vehículo de recuperación debe haber sido enormes". Probabilidades que con las nuevas medidas, como el coche de seguridad virtual, deberían evitar que se repita un incidente así: "Las posibilidades de que un accidente similar vuelva a ocurrir son aún más pequeñas de lo que eran antes". Pero advierte, "pese a ello, el peligro no puede eliminarse completamente: incluso 50mph [80 km/h] es lo suficientemente rápido para que un coche de F1 pueda sufrir aquaplaning y salirse de la pista".

Los pilotos se juegan la vida cada vez que salen a pista y eso es algo que todos saben: "Cualquiera que se sube en un coche de carreras sabe lo que está haciendo podría poner su vida en peligro pero, no obstante eligen hacerlo por lo que ello les reporta. Yo tuve mi oportunidad en la F1 debido a la muerte de Senna: le reemplacé en Williams. Nunca lo olvidaré. [...] Pero para mí, la alegría y el placer de competir y ser parte de un equipo compensaba el potencial y todavía desconocido riesgo de lo que podía pasar. Y sospecho que así es como el 99% de la población vive sus vidas".

La paradoja del automovilismo

Por tanto, David Coulthard insiste que el riesgo está siempre presente en las competiciones de motor, ya no sólo para los pilotos, sino también para comisarios o aficionados: "Durante mi etapa en F1, dos comisarios murieron. Pese a estar detrás de las barreras en zonas denominadas 'seguras', fueron golpeados por trozos que volaron". Y es que a las velocidades de vértigo a las que se compite, el riesgo es inevitable: "Cuando los coches van al límite a 200mph o más, no es posible mitigar todos los riesgos. Cuando compras una entrada, motor racing is dangerous' [el automovilismo es peligroso] está escrito en ella por un motivo". Y es que el riesgo está en el ADN de la competición y más en su categoría reina:

"La F1 se basa en llevar al límite las capacidades humanas. Esa es una parte importante del atractivo que supone para millones de personas alrededor del mundo. Algunas personas están ligadas de esa forma, para ser competitivos para ir más allá de donde otros irían. Otros lo ven por diferentes motivos: porque las carreras son emocionantes, o porque admiran lo que la gente que está involucrada hace, y entienden lo que implica y, aceptémoslo, porque saben lo que está en juego", escribe el escocés.

Y lo que está en juego son vidas humanas, por lo que nadie escatima en esfuerzos para intentar que estas estén lo más a salvo posible. Es por eso que la F1 de ahora nada tiene que ver con la de hace 21 años cuando Senna moría en aquel fatal accidente. Un claro ejemplo son los nuevos circuitos: "[El accidente de Bianchi] sucedió en una de las pistas antiguas, en las condiciones más desafiantes: sobre mojado, con poca luz, en una curva muy exigente, en ascenso y a ciegas. Hay menos riesgos de que eso suceda en una de las nuevas pistas, planas y con grandes escapatorias".

Pero son muchos los que critican esas grandes escapatorias de asfalto, que permiten que los errores por arriesgar y sobrepasar los límites se salden sin consecuencias. Los propios pilotos prefieren las escapatorias tradicionales de grava, pero Coulthard afirma que no es porque los pilotos consideren que "la muerte tenga que formar parte del desafío. Es porque las consecuencias de un error son mucho mayores".

Es quizás esa emoción asociada al riesgo que despierta el interés de millones de aficionados, que aumenta la apuesta sobre la mesa y convierte a la F1 y al automovilismo en algo más que un juego de niños. Una emoción asociada a un riesgo que parece ser necesario, que quiere ser eliminado y, que pese a todo, no se puede desterrar al cien por cien. "Como demostró el accidente de Bianchi, el peligro sigue estando muy presente". Una paradoja que Coulthard resume así: "Cuanto mayor es la competición, mayor el riesgo, mayor la satisfacción. En ello descansa el conflicto -y el atractivo- fundamental en el corazón de la F1".

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