La semana pasada, la 'Australian Grand Prix Corporation', empresa responsable del Gran Premio australiano, presentó las cuentas del evento del pasado mes de marzo y estas han revelado que la Fórmula 1 les costó a los contribuyentes 40 millones de dólares australianos (unos 25 millones de euros).
Las pérdidas totales, que se atribuyen a la crisis financiera mundial y al gran bajón en la venta de entradas, son similares a las que en el año 2008 se vio obligado a asumir el gobierno del estado de Victoria. De todas formas, la fuga de dinero es menor que la de la temporada pasada, ya que los ingresos generados han sido de casi 40 millones de dólares australianos y además el ligero aumento del patrocinio corporativo ha hecho que las pérdidas se hayan minimizado.