La complicadísima situación dentro de McLaren, con unas relaciones y tensiones propias del más retorcido de los culebrones nos obligan a analizar al detalle lo que pasa y se dice fuera de la carrera, tan interesante como lo que sucede en pista. En primer lugar, es notable que de cara a la galería, el equipo ha conseguido rebajar la imagen de tensión y guerra civil interna.
Sin embargo, personalmente, noto a Alonso mucho más tirante con el equipo que en semanas atrás, mientras que Hamilton parece haber acercado posturas. En primer lugar, las declaraciones de Alonso previas a la carrera, que no dejan lugar a duda: "Espero ganar yo, y si no, que gane algún Ferrari, que seguro que al público le gustará". Segundo, una vez conseguida la victoria y en su paso por línea de meta, Alonso no se acercó al muro donde estaban sus mecánicos ni tampoco contestó a las felicitaciones por radio, o al menos no lo hemos oido. En cambio, sí que mandó callar con sus manos tras llevarse la victoria.
En el podio, la tensión se podía cortar con un cuchillo. Raikkonen no estaba contento con su actuación, y Alonso y Hamilton tenían, a su vez, la cara de enfado. Aquello parecía un funeral. Tras apenas haberse cruzado ayer después de que el asturiano lograra la pole, tras acabar la carrera Hamilton felicitó tímidamente a Alonso y, muy al final, le lanzó algo de champán en el podio.
Ron Dennis, por su parte, ha hecho su reaparición hoy en Monza, con una felicitación a Alonso tras la victoria (también bastante tímida) y unas confusas imágenes en las que no sabemos si estaba llorando de emoción con su mujer o secándose el sudor. Si tengo que destacar algo sería lo tremendamente medidos que estaban los gestos de Dennis. En la sala de pesaje, con sus dos campeones delante, prefería mirar al horizonte antes que tener que cruzar la vista con uno de ellos y que le acusaran de favoritismo...