Nublado y ceniciento se presentaba el primer día de entrenamientos del GP de España, aunque ningún aficionado se planteó siquiera quedarse en casa; por fin el Gran Circo hacía acto de presencia en España un año más y no nos lo queríamos perder. Al llegar a la estación de Barcelona-Sants el ambiente era aún el de cualquier mañana en cualquier gran ciudad del mundo: gente que va a su trabajo, unos con prisa, otros bostezando, muchos leyendo el periódico, algunos desayunando en el mismo tren,... ¡nadie diría que a pocos kilómetros iban a tener lugar los entrenamientos de una prueba del Campeonato del Mundo de Fórmula 1!
Nos despedíamos el jueves del Circuito con la duda de si la lluvia nos acompañaría durante el fin de semana; la misma pregunta debían hacerse los diferentes equipos, pues ayer tarde cuando visitábamos la calle de boxes cada uno había apilado en su puerta los neumáticos más adecuados a su apuesta: la verdad es que ganaban por ligera mayoría los que tenían listos los neumáticos intermedios frente a los que habían hecho acopio de neumáticos lisos para piso seco.