Esta temporada la desayunamos con el retorno de Michael Schumacher a lo más alto del deporte motor. Sin lugar a dudas, el que volviese era una gran motivación para los aficionados, pilotos, equipos, sponsors y paddock en general, pero más aún para sí mismo, para volver a estar a tope una vez más.
Ante ese fantástico panorama mucho se empezó a comentar sobre su estado físico, sus condiciones para la disciplina, sus reales motivos por volver, la necesidad de volver, los nuevos duelos que podría librar con quienes ocupaban los primeros planos, la afinidad para sentirse cómodo en un vehículo luego de tantos años, y un largo etcétera. ¿Pero acaso no fue muy prematuro todo como para creer que sería potable un retorno a la elite sin tener que pagar unos cuantos GG.PP. por el inobjetable accionar del tiempo transcurrido desde Brasil de 2006?