En la vuelta 34, Lewis Hamilton era líder de la carrera mientras discutía con su equipo sobre cuál era el mejor momento para pasar a neumáticos intermedios, argumentando que la pista ya estaba suficientemente mojada. Al entrar en la Rivage, perdió la tracción de su monoplaza y se fue largo en la curva, escapando milagrosamente tanto de quedar atrapado en la grava, como de chocar contra el muro que dejó a escasos centímetros. Según el inglés, "La mano de dios estaba definitivamente sobre mí en aquel instante", ya que pudo volver a la carrera sin perder el liderato.
El patrón de Red Bull, Christian Horner, se ha pronunciado al respecto:
"Si esa barrera hubiese estado un metro más cerca, habría tenido que acabar de ver la carrera desde el box."