Tras haber analizado el trabajo desempeñado por los diferentes equipos en el GP de Italia disputado en el Autódromo Nacional de Monza, procede ahora detenernos en el papel que representaron los principales actores de la carrera, los pilotos. Mucho y bueno se vió en el viejo circuito italiano, parecía como si los grandes derrotados del circuito de Spa-Francorchamps hubieran querido reivindicarse en esta carrera y mostrar a los ojos del mundo su discutida calidad.
¿Estamos ante un Mundial por eliminación, en el que se impondrá quien menos errores cometa? Puntuar alto o puntuar siempre, arriesgar el mucho o conservar lo poco, ése es el clásico dilema que en todas las épocas se han planteado los pilotos cuando se aproximan a un final de campeonato apretado. De momento el líder, Webber, es él único de los aspirantes que ha conseguido puntuar en los dos últimos GGPP; pero no es menos cierto que no ha conseguido abrir brecha con sus perseguidores.
Pero no caigamos en el error de repartir roles ente los pilotos: éste es más agresivo, aquél más conservador, ése corre con la calculadora y el otro es demasiado temperamental. Al nivel del que estamos hablando todos son muy buenos y capaces de adoptar un papel u otro en función de las circunstancias; quizás, y digo sólo quizás, el elemento diferenciador sea la capacidad para resistir la presión a la que van a estar sometidos en cada vuelta lanzada, en cada salida, en cada paso por boxes... y aquí no siempre los veteranos la soportan mejor que los noveles. Pero vamos ya con lo sucedido en Monza.