En medio de todo el frenetismo que está suponiendo el calendario de la Fórmula 1 durante sus últimas semanas, también hay tiempo para realizar otras actividades más allá de las pistas. En plena medianoche de España, tenía lugar en el Wynn Golf Club de Las Vegas la primera edición de la Netflix Cup, un torneo de golf en el que parejas mixtas de la categoría reina del automovilismo se unen a golfistas profesionales, así como a estrellas de dos de las grandes producciones de Netflix, Drive to Survive y Full Swing, para competir por la ansiada copa final. Y lo cierto es que este primer certamen tuvo a un protagonista principal: Carlos Sainz. Aunque ciertamente el español no obtuvo ese protagonismo solo por ganar.
Tierra, trágame
Porque sí, el piloto español triunfó anoche en la ciudad del estado de Nevada. Junto a su compañero, el estadounidense de 30 años, Justin Thomas, consiguió derrotar en el primer enfrentamiento a su excompañero y amigo, Lando Norris, que participó junto a Rickie Fowler, para después hacer lo propio en la final con Pierre Gasly y Collin Morikawa. Pero el verdadero momento del torneo, y por lo que estamos aquí, es por lo que ocurrió justo después, en concreto durante la entrega del trofeo. Un sonriente Sainz trataba de colocar la botella de champán cuando sus manos le jugaban una mala pasada y le hacían tirar al suelo la Copa, que quedaba destrozada ante los desconcertados presentes. El número '55' se echaba las manos a la cabeza, avergonzado, en un momento que, de seguro, tardará en olvidar.