La temporada 2018 ha dejado a la scuderia con un mal sabor de boca, presentando a los del mono rojo, de nuevo, como el segundo equipo, a la sombra de las flechas plateadas. No es una sorpresa que un año como éste suponga la crispación de los miembros de la directiva, desde un punto de vista de la búsqueda de la mayor rentabilidad de los esfuerzos traducidos en éxito. Sin embargo lo que sucede en Ferrari es que las desavenencias se han enraizado en el núcleo del equipo encargado del desarrollo tecnológico. A medida que la temporada llega a su fin y las fábricas se preparan para impulsar el desarrollo, Ferrari continúa sufriendo conflictos internos entre el jefe del equipo Maurizio Arrivabene y el director técnico Mattia Binotto. Arrivabene ya ha mostrado su carácter frente a, nada más y nada menos que su propio piloto, Sebastian Vettel, a quien acusaba del desastre de 2018, frente a las palabras del alemán acerca de la incapacidad de sacar rendimiento de donde no lo había.
Sin embargo, de lo que se trata ahora es de un enfrentamiento entre dos cargos enormemente importantes. El primer indicio de discordia entre los dos directivos salió en verano y, aunque Arrivabene ha negado tales rumores, los medios italianos están recibiendo informes de la continua rivalidad. El Corriere Della Sera de Italia informó recientemente que el problema aún está en curso en Maranello. Según los corresponsales Daniele Sparisci y Giorgio Terruzzi, "En los días posteriores a Abu Dhabi, Binotto solicitó una reunión con sus jefes para comprender cómo proceder", el director técnico "ha recibido ofertas de varios equipos, pero le gustaría quedarse. Para continuar la misión inconclusa", agregaron.
Se necesita estabilidad
Binotto está ansioso por completar la "misión inacabada" de devolver el título al equipo italiano. "Para hacerlo se requiere claridad, una mayor protección de roles y serenidad en el ambiente", agregaron los corresponsales. La repentina muerte del presidente de Ferrari, Sergio Marchionne, el verano pasado, ha dejado un gran vacío de poder y a la Scuderia le falta la mano fuerte que tomó todas las decisiones. Los efectos de la pérdida se vieron en la indecisión del equipo en varias carreras después de las vacaciones de verano. El sucesor de Marchionne, John Elkann, ha visitado Maranello a menudo en los últimos meses para brindar más estabilidad al equipo y mejorar su confianza. "Heredó la organización del equipo, pero no ha tocado nada en los últimos meses, mientras que sus apariciones públicas fueron muy raras", señaló el diario. "Pero ahora se le ha pedido que restablezca la serenidad y la fuerza". Los medios de comunicación italianos y los aficionados esperan que la rivalidad no afecte el desarrollo del automóvil del próximo año.