La décima prueba de la temporada, disputada en el mítico trazado de Silverstone, nos brindó una de las mejores carreras del año, y lo hizo dejando una estela histórica con el primer triunfo de Carlos Sainz en la Fórmula 1. Más o menos merecido, eso va en la opinión de cada uno, el español se colgó el oro en una incierta prueba en la que nos mordimos las uñas hasta el final. Brillaron tras él Sergio Pérez, que remontó desde la última plaza, y un combativo Lewis Hamilton que tuvo opciones de victoria hasta la última parte de la carrera. Al otro lado de la balanza, Charles Leclerc volvió a llevarse el regusto amargo del fin de semana por una mala decisión (otra más) de Ferrari, que decidió dejarle vendido con unas gomas duras usadas, convirtiéndole en presa fácil de unos miuras que llegaban por detrás con una sed de sangre insaciable.
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El fin de semana en Silverstone dejó opiniones de todos los colores y no es para menos, ya la pole el sábado fue toda una fiesta con emoción máxima hasta el final. Pero la carrera no quiso ser menos y no necesitó factores externos para brindar emoción en un circuito en estado puro, nada de ratoneras urbanas modernas. Y no es que tenga mucho en contra de estas pistas sin tradición, salvo que ponen en peligro exponencial a los pilotos entre muros, pero parece que están ganando la batalla a las pistas de toda la vida y la esencia de la F1 corre serio peligro. Pero ese no es el tema ahora, solo agradecer que Silverstone guarda en sus entrañas la magia de brindar emocionantes carreras de principio a fin.
El domingo vivimos una salida de las que encogen el alma, de la zona media hacia atrás todo se hizo una nube en la llegada a la primera curva. La lejanía de la cámara del plano general no nos permitía discernir claramente todo lo que había pasado, pues solo se vio tímidamente un coche dado la vuelta saliendo de plano. Tras eso llegó la bandera roja y arrancó la espera hasta confirmar que todos los implicados estaban bien. Este deporte también tiene este lado, el filo que separa lo que nos hace saltar del asiento para aplaudir las heroicidades de estos talentos al volante y el de los accidentes es muy pequeño. En ocasiones lo olvidamos porque la seguridad ha aumentado notablemente, pero el riesgo está presente desde que bajan las viseras. Aunque el halo volvió a salvar vidas, Zhou tiene una nueva fecha de cumpleaños.
Sabido que Guanyu estaba bien se pudieron ver las espeluznantes imágenes, pero van a tener que investigar y alguien debe explicar qué pasó con la barra antivuelco o roll hoop de ese monoplaza. Porque de no haber estado el Halo la historia hubiera sido muy distinta y eso no puede quedar ahí. No se puede no mencionar a George Russell, causó la colisión, sí cosas que pasan, pero salió corriendo hacia Zhou para ayudar sin dudarlo un segundo. El golpe en cadena que se generó también dejó mal parado a Albon, el de Williams fue golpeado por detrás, impactó contra las protecciones y también contra Tsunoda. Eso le llevó a necesitar asistencia médica, pero también se encuentra bien y eso es de agradecer después de lo que se vio.
Centrándonos en lo deportivo, Verstappen y Red Bull le comieron la tostada a Sainz y Ferrari con la estrategia de las gomas en la primera salida. Luego decidieron recolocar las unidades y la segunda salida fue una batalla campal en la que todos salieron con daños menos Sainz en la parte delantera. Hay que mencionar a Hamilton, se puso tercero en la primera salida, ya avisaba el británico de sus intenciones. Con los problemas de Checo con el alerón y de Verstappen, los Ferrari se quedaron solos al frente de la carrera. Pero daba la sensación de que no eran capaces de imponerse con dominio para un doblete ante el fallo de sus máximos rivales, Hamilton les estaba poniendo en jaque desde la lejanía y ellos batallaban internamente por radio. Además, con el cambio de gomas se vio que el Ferrari de Leclerc, con el alerón roto, era capaz de imprimir un ritmo mejor que el de Sainz en perfectas condiciones.
Con Leclerc poniendo tierra de por medio parecía que se llegaba a la calma. Pero entonces Ocon su Alpine se paraban en la recta de meta y el Safety Car hacía acto de presencia para volver a sacar a relucir las carencias de Ferrari. Parece mentira que Ferrari sea la escudería más laureada de la historia de la Fórmula 1. Parece mentira que hayan tenido épocas doradas de dominio y leyenda, nadie supo poner orden desde el muro y priorizar el doblete, priorizar el campeonato y recortar distancias con sus rivales. Parecen un equipo mediano sin historia que se conforma con pequeñas victorias y poner una banderita a la entrada de su fábrica. Una verdadera lástima porque ser tifosi es mucho más que eso. Pero Binotto sigue demostrando que no está a la altura del reto que supone dirigir a Ferrari para devolver al equipo a lo más alto.
Eso sí le faltó poquito tiempo a Mattia para salir corriendo a apagar los fuegos de Charles Leclerc tras la vendida que le hicieron. En las últimas carreras ha perdido más de 60 puntos y pocos o ninguno se le pueden achacar a Charles. El sueño del campeonato empieza a esfumarse y más si siguen disparándose en el pie de esta forma. Y es que no tiene otro nombre, fue una vendida, era más lógico parar y montar blandos, salir por detrás de Hamilton y superarle en pista. A no ser que Ferrari temiera no poder adelantar al Mercedes. Pero le dejaron solo ante los lobos y Sainz, como es lógico, no quiso quedarse ahí para hacer un ridículo mayor y puso pies en polvorosa sin perder tiempo.
Eso sí, qué bonito fue ver marcharse al Safety Car y pelear a varios pilotos de diferentes marcas, Ferrari, Red Bull, Mercedes, Alpine y McLaren; Leclerc, Checo, Hamilton, Alonso y Lando. Ojalá esa fuera la realidad y la valía de los pilotos se viera más que los bárbaros potenciales de los monoplazas. Pero no voy a cerrar esta opinión sin mencionar a Dirección de Carrera, el domingo acabó la carrera durmiendo la siesta. Vimos a Checo dejar sin espacio a Lewis Hamilton en su mano a mano, a Leclerc haciendo varios cambios de dirección en la recta para defenderse y a Verstappen dejando sin espacio también a Mick Schumacher. Tres acciones que hemos visto ser sancionadas en ocasiones anteriores sin espacio para réplicas, pero que el domingo se pasaron por alto mostrando debilidad en sus decisiones.
Muy positivo ver a Mick sumar sus primeros puntos. Las críticas hacia él estaban siendo ya excesivas, más aún las que vienen de su equipo, pues no son los más propicios para criticar cuando ni ofrecen mejoras a sus pilotos. Fue muy emotivo escucharle por la radio soltar toda esa presión, también escuchar a su hermana y a su madre dándole apoyo tras puntuar y batallar con todo un campeón del mundo como Verstappen.
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Por fin. Y no, esta expresión no tiene nada que ver con la primera victoria de Carlos Sainz en la Fórmula 1, que luego procederé a analizar, sino a la carrera vivida este pasado domingo en territorio británico. Después de un inicio de temporada plagado de Grandes Premios descafeinados, esta vez sí pudimos disfrutar de una de esas pruebas no aptas para personas con problemas cardíacos. Qué emoción, qué tensión, qué espectáculo. Incertidumbre es la palabra que mejor define lo ocurrido en Silverstone. Y es que hasta las últimas vueltas no teníamos ni idea de quién podía ganar, y el que lo hizo, desde luego, no estaba entre mis principales candidatos. Porque, pese a arrancar desde la pole, Sainz no tuvo, para nada, una carrera fácil. Hizo dos buenas salidas, y hasta ahí. Error de principiante cuando defendía la primera posición sobre Verstappen, lo cual le costó el liderato, y ritmo insuficiente para frenar a su compañero de garaje, Charles Leclerc, que con un monoplaza dañado era más rápido que el español.
No estaba siendo el día del número '55', sin embargo, esta vez todos los astros que le han dado la espalda durante la temporada se alinearon para hacerle cumplir su sueño. No, no se merecía la victoria este fin de semana. No, no fue el más rápido sobre la pista. No, no hizo una actuación destacable. Pero, ¿y qué? Esto es la Fórmula 1, señoras y señores; a veces te da y a veces te quita, y en esta ocasión fue generosa con el madrileño. Me alegro mucho por él, se merece quitarse la losa que le persigue este año, y ojalá a partir de ahora podamos ver una mejor versión de él y nos regale buenas batallas en la parte alta de la tabla. No obstante, a pesar de su victoria, no todo fueron caras felices en Ferrari. Lamentable una vez más su estrategia con Leclerc, a quien decidieron no parar durante el Safety Car y dejaron vendido en las últimas vueltas. Qué lástima que los italianos estén regalando tantos puntos a sus rivales. De haberlo planificado bien, este era un fin de semana para hacerse con un doblete y recortar un gran número de puntos a Red Bull en la General. Por desgracia, todo quedó en un suponer. Enhorabuena Ferrari, otra paupérrima actuación más.
El que sí tiene que celebrar, y mucho, es Sergio Pérez. Qué carrerón del mexicano, que llegó a ir último y, ayudado por el Coche de Seguridad, remontó hasta la segunda plaza. Espectacular pelea la que nos regaló junto a Hamilton y el mencionado Leclerc, y un milagro que los tres cruzaran la línea de meta, porque fue todo tan intenso que tenía la sensación de que alguien acababa en la grava. Qué delicia de batalla a tres, qué espectáculo. ¡Menudo regalo para nuestros ojos! Esta es la Fórmula 1 que queremos, pilotos luchando al límite hasta el final y no recibiendo sanciones por ello. Sí, queremos ver cómo se arrancan las pegatinas, cómo se rozan rueda a rueda, cómo nos dejan sin aliento. Maravilloso, como maravilloso estuvo también Fernando Alonso, no despegándose del alerón trasero de Leclerc y mostrándose a sus rivales, haciéndoles ver que pagarían caro cualquier mínimo error. Qué pena que ese Alpine siga a años luz de los mejores, porque si el bicampeón se uniera a la fiesta, la categoría reina del automovilismo ganaría muchos enteros. Pero muchos, muchos.
Y otro del que tengo mucho que destacar es de Max Verstappen. Para mí, el mejor piloto de la parrilla a día de hoy. Qué bestia parda. Es tan bueno que es capaz de hacer séptimo con medio coche. Su sola presencia asusta a sus rivales. Es un grande, un mito ya para mí. Puede hacer cosas muy grandes, ya no solo en esta campaña, sino en un futuro. Porque tiene un futuro por delante que hace temblar. Una vez más, la fiabilidad le impidió coronarse, pero sé que se colgará la medalla de oro en la mayoría de Grandes Premios que resta para el final de este año. Tiene un gran monoplaza y, él, un talento inconmensurable. Sin estridencias, sin exageraciones. Cuánto ha evolucionado el neerlandés, que ha pasado de ser un joven nervioso y errático a un tío con un coco del que pocos pueden presumir. Algo muy catastrófico tiene que pasar para que no se haga con su segundo título Mundial. Sinceramente, no creo que nadie pueda pararle. Solo la mecánica puede poner algo de pimienta a una batalla que no parece tener más contendientes que él mismo. Solo el tiempo dirá si estoy en lo cierto, aunque creo que esta vez no me equivoco.
Y cómo no, mención aparte merece lo de Guanyu Zhou. Los pelos como escarpias viendo su accidente. Gracias al halo, una vez más, que el piloto chino logró salir ileso. Lástima que en su día tuviera que ocurrir una desgracia para que los máximos mandatarios se dieran cuenta de que los F1 no eran lo suficientemente seguros. ¿Dónde están ahora los que protestaban porque el halo no era estéticamente bonito? ¿También se van a quejar de que salve la vida de los pilotos? Meteros en una cueva anda, y a poder ser, quedaos en ella, que no nos hacen falta vuestros inútiles criterios.